En los últimos días, los habitantes de la ciudad han sido testigos de un fenómeno peculiar: la aparición de bicicletas de colores llamativos en distintos puntos de la ciudad. Desde plazoletas y bandejones de avenidas hasta toda la Costanera, estas bicicletas, que parecen sacadas de un baúl de misterio, están atadas a postes, bancos y árboles, pero curiosamente, nadie ha visto a nadie colocarlas. Las teorías sobre su origen no se han hecho esperar, dando pie a especulaciones tan variadas como imaginativas.
La primera versión que circula entre los más observadores sugiere que estas bicicletas podrían ser parte de una intervención artística clandestina. Según algunos testigos, las bicicletas, pintadas en tonos vibrantes de rojo, verde y azul, parecen estar estratégicamente situadas en lugares donde la ciudad necesita “un toque de color”. Algunos creen que podrían estar relacionadas con un proyecto urbano para fomentar el uso del transporte ecológico, pero lo curioso es que no hay ningún mensaje, logo o señal que lo confirme.
En otra versión, mucho más fantástica, se habla de la leyenda de un viejo inventor local, cuyo taller abandonado al borde del Estrecho de Magallanes ha sido fuente de cuentos misteriosos por décadas. Se dice que este personaje, conocido como “El Relojero de las Estrellas”, habría fabricado estas bicicletas mágicas, las cuales aparecen únicamente cuando la ciudad las necesita. Los niños aseguran que, en las noches de luna llena, las bicicletas se iluminan suavemente y se pueden escuchar campanillas lejanas, como si alguien las estuviera montando por las calles desiertas.
No faltan, por supuesto, quienes vinculan las bicicletas con las criaturas míticas que, según algunos antiguos relatos patagónicos, visitan la ciudad en busca de equilibrio entre la naturaleza y la modernidad. “Los guardianes del viento”, como los llaman, estarían depositando las bicicletas como símbolo de armonía, recordándonos a todos que la vida en la ciudad también puede ser vivida con simplicidad y respeto por el entorno.
Lo cierto es que en El Magallánico nos dimos a la tarea de averigua que había detrás de esto, consultamos al municipio, a Deportes, Transportes, pero nadie parecía tener conocimiento sobre el tema, solo en el Minvu pudieron darnos una orientación, que nos llevó a la persona que estaba detrás de esto.
Y resulta que, en los tiempos de campaña electoral que estamos viviendo, fue la manera llamativa que el consejero regional Antonio Bradasic, quien va por la reelección, decidió intervenir los espacios públicos como un llamado a la comunidad a utilizar la bicicleta y las ciclovías como un método práctico de descontaminación y descongestión vial.
A diferencias de pancartas y “palomas”, la iniciativa del candidato llamó la atención de muchos, y además, envía un claro mensaje positivo para la comunidad, sin siquiera hacer alusión a las votaciones.
Gentileza El Magallanico