Todo lo que hasta ahora se ha sabido sobre el caso que involucra a Luis Hermosilla puede encerrarse bajo el rótulo corrupción y probablemente, como culminan todos los casos en que hay involucrados prominentes ciudadanos miembros de la casta que propone y resuelve, en algún momento será minimizado, pasado a segundo, tercero y cuarto plano, para después desaparecer y volver a resurgir cuando las necesidades del sistema requieran de la presencia de un nuevo Hermosilla.
Dicho en palabras simples y claras, entre bueyes no hay cornadas y más temprano que tarde todo será olvidado y los dueños del país seguirán haciendo lo que quieren.
Por ahora, lo de Hermosilla tiene nerviosos a conspicuos personajes e instituciones de la vida nacional y cada uno de ellos se encuentra haciendo las gestiones del caso, para ser apenas tocado y así seguir en lo que estaban.
2.- Pero hay algo que pasó a la ligera y que merece un mínimo análisis, habida cuenta de cómo se están dando las cosas de un tiempo a esta parte.
El defensor de Hermosilla, su hermano Juan Pablo, se declaró hombre de izquierda y de izquierda dura.
Vale la pena explicar a quienes leen y/o escuchan estas declaraciones, que implica ser de izquierda, más aún cuando el mismo Luis dijo en su momento haber formado parte de un equipo de inteligencia del partido comunista, durante la dictadura, e incluso diversos personajes de la política nacional se han calzado el rótulo de personas de izquierda sin que la vergüenza hubiera puesto marca alguna en sus rostros.
Seamos claros, para ser de izquierda mínimamente se debe estar contra el capitalismo y sus acciones, trabajar por un mundo mejor y digno para los oprimidos y los pobres que son la inmensa mayoría de la población.
Ser de izquierda te exige ser probo, honesto, claro, unitario, combatir los vicios del sistema y buscar un mundo mejor. Los Hermosilla y otros como ellos, y por mucho que lo digan e incluso se calcen el apellido de demócratas, no son ni serán de izquierda.