Bastante – mucho más de lo que sería la excepción a la regla – es la cantidad de dirigentes que están buscando con sus empleadores, la mejor manera de terminar anticipadamente el contrato de trabajo, pidiendo para ello que se les paguen algunos meses de indemnización, más allá de la que por ley les corresponde de ser despedidos por necesidades de la empresa.
Llegan al extremo de la desvergüenza al manifestarse dispuestos incluso a renunciar al fuero que les protege en su calidad de dirigentes sindicales.
Una sucia y asquerosa venta del fuero. Se presentan con un buen discurso y dan la imagen de estar dispuestos a ayudar a quienes lo requieran para sacar adelante la organización. No obstante, una vez electos solo se dedican a usufructuar del cargo que consiguieron y del fuero que les entrega su condición de dirigentes. No les importa lo que puede suceder a sus compañeros de trabajo y muy sueltos de cuerpo utilizan permisos sindicales para no cumplir sus labores y tratar de sacar beneficios personales.
2.- En los sindicatos se vive una crisis real y desde hace mucho tiempo.
Como los trabajadores no están dispuestos a hacer cambios pues estos les obligarán a asumir compromisos, toleran en silencio las faltas a la moral de tipos que carecen de escrúpulos, lo que provoca que la organización decaiga en su gestión y se transforme finalmente en un instrumento que no sirve a nadie, para beneplácito de los patrones que viven esperando que esto suceda.
El camino es claro y se llama censura, las condiciones para aplicarla están en el código del trabajo y los estatutos del sindicato.
A los malos elementos hay que sacarlos y de una.
Hay que tener siempre en cuenta que el único camino para mejorar las condiciones se llama organización y todos tenemos la responsabilidad de construirla y de defenderla de los que buscan destruirla.