No solo los dirigentes están perdiendo su norte, acostumbrándose cada vez más a pasar en reuniones, recibiendo las migajas que los patrones y/las autoridades entregan y abandonando a su suerte a sus representados que comienzan a dudar y desconfiar de los que decían lucha por lo que nos pertenece y hoy se quedan con mesas de diálogo, acuerdos y no movilización.
Tenemos claro que la conciencia de clase no viene en la herencia genética, que se va incubando entre los trabajadores en la medida que entienden la diferencia entre explotador y explotado, por lo que es necesario educar y mostrar con ejemplos concretos y directos que los asalariados son dueños de una mercancía que se llama fuerza de trabajo, sin la cual las empresas ni se instalan ni se desarrollan ni generan ganancias, de las que disfrutan los que menos hacen por generarlas.
2.- Cómo las cosas cambiaron tanto, hoy son hartos los que se allanan a recibir bonos de término de negociación y préstamos blandos, pero ni siquiera se toman la molestia de asistir a las reuniones de elaboración de la negociación colectiva y menos están dispuestos a llegar a la huelga con el fin de satisfacer sus demandas de fondo.
Ellos creen que el sindicato debe devolverles todas las cuotas que pagan mensualmente e incluso llegan a plantearse la renuncia a la organización después de negociar.
Dejemos claro que esos malos elementos deben seguir pagando toda la cuota sindical mientras dure la negociación colectiva y recibirán los beneficios del contrato colectivo, mas no los que pueda tener el sindicato. A todos los que renuncian a la organización no se les debería considerar nunca más. Pueden ser quintacolumnistas y dañar más que ayudar si se les vuelve a reincorporar.