Estrella Pérez y Francisco Cárcamo llevan más de ocho años produciendo choclos dulces en Punta Arenas. Empezaron como una prueba, tímidamente pero llenos de convicción, a pesar de las advertencias de conocidos y expertos que decían: “¿Choclo en Punta Arenas? Imposible”. Este cultivo requiere al menos cuatro meses de sol, temperaturas que no bajen de los 10 grados Celsius, suelos con pH neutro y abundante agua para el riego, condiciones difíciles de conseguir en el extremo sur de Chile. Sin embargo, la pareja desafió lo imposible y ahora tienen una técnica perfeccionada, con plantines de mazorca que ellos mismos producen y que trasplantan en el mes de octubre a un invernadero de 180 metros cuadrados.
“Plantamos lechugas entre los choclos para aprovechar todo el espacio”, dice orgullosa Estrella Pérez. Mientras tanto, su marido comenta que han llegado a tener más de 1.200 plantines.
Tienen tres invernaderos: dos de 120 metros cuadrados y uno de 180 metros cuadrados, este último adquirido gracias al convenio entre el Gore e INDAP en 2017. En este invernadero, los choclos crecen libremente hasta el tope de la estructura, transformando el lugar en una verdadera selva de mazorcas.
Los plantines los preparan entre agosto y septiembre y se trasplantan hacia fines de octubre, para cosecharse el 20 de febrero. Ese día los clientes van a buscar a la parcela el pedido que hicieron con antelación, de incluso varios meses.
“Lo mejor es que son dulces y antes de cosecharlos ya tenemos pedidos. Muchos clientes los congelan y guardan. Estamos contentos con los resultados”, explica Pérez.
«La innovación en la agricultura de Magallanes es un claro ejemplo del esfuerzo y dedicación de nuestros agricultores, quienes no solo enfrentan desafíos climáticos, sino que también buscan constantemente nuevas formas de cultivar y mejorar sus productos. La producción de choclo dulce es una prueba más de su capacidad para innovar y ofrecer productos de alta calidad que benefician a toda la comunidad», resaltó Gabriel Zegers, director regional de INDAP.
A su vez, indicó que «vivimos tiempos en que se superan los imposibles, y hoy tenemos kale de distintas variedades e infinidad de productos que enriquecen la dieta y aportan a nuestra soberanía alimentaria. Los agricultores se han ganado un espacio en la comunidad y se hace necesario apoyarlos», expresó Gabriel Zegers, director regional de INDAP.
Por su parte, Rocío Castro, jefa del Prodesal de Punta Arenas destacó el esfuerzo de los agricultores y la capacidad de innovar, superando las adversas condiciones climáticas de la zona. “La evolución ha sido maravillosa, cada año es mejor, ya que han ido perfeccionado su técnica de cultivo, al principio fue difícil porque no sabían nada de la producción de choclos, fuimos probando varias semillas, hasta que llegamos a la indicada, métodos de plantación, época de trasplante, cantidad de agua y fecha de cosecha”, precisó Castro.
A su vez, recomendó el choclo dulce, también conocido como maíz tierno, “se distingue por su sabor naturalmente dulce y jugoso. A diferencia del maíz tradicional, este tipo de choclo tiene granos más tiernos y una textura más suave, lo que lo hace ideal para consumirlo fresco, hervido, asado o en ensaladas. Su dulzura proviene del mayor contenido de azúcares en los granos, los cuales, al morderlos, liberan un jugo dulce y refrescante”, precisó Castro. Además, el choclo dulce es una excelente fuente de fibra, vitaminas y minerales, lo que lo convierte en una opción nutritiva y deliciosa para cualquier comida, indicó.
En esta nueva temporada, Estrella sigue al pie de la letra las recomendaciones de los profesionales del Programa de Desarrollo Local de INDAP en Punta Arenas y su propia experiencia: Mantener una distancia de 30 a 40 cm entre plantas y de 70 cm entre líneas, proteger los cultivos con mallas antiheladas y dedicar un invernadero especial para crear los plantines fueron algunas de las prácticas que implementó.
La historia comenzó el año 2016 y su esfuerzo dio frutos, tanto que sus choclos cazueleros se hicieron conocidos a nivel mundial, a través de medios regionales y nacionales. Incluso la FAO publicó su historia como un ejemplo a seguir. Hoy, Estrella y Francisco sienten que el tiempo les ha dado la razón. “Sí, es posible cosechar choclos en el fin del mundo”, responde orgullosa Estrella.