La derecha nunca ha sido una alternativa para mejorar la situación de los que menos tienen. Eso es algo obvio, pues esa posición representa a los dueños del capital, a los explotadores y abusadores, a quienes discriminan por motivos de raza y color de piel, a los negreros. En definitiva a los que buscan volver a los tiempos del dominio absoluto, de la esclavitud.
Para ellos no debería existir Estado ni condición alguna que regule. Los capitales deben circular y actuar libremente pues es con su accionar que los pueblos obtienen mejoras y beneficios. Para ellos, todas las riquezas de los países debieran estar en manos privadas, único camino para que estos países surjan.
Tal propuesta no es nueva, es la base del pensamiento de derecha. Lo inconcebible es que los pueblos, los más pobres y más necesitados, den su voto a la derecha y escuchen sus discursos.
3.- La izquierda se supone que es la antítesis de la derecha, pero en la medida que la corrupción, los arreglines y los acomodos fueron logrando su propósito algunos se pasaron derechamente al bando contrario o bien crearon algo gelatinoso y poco claro que denominan el centro, o sea estar bien con dios y con el diablo. Por cierto que hay quienes siguen creyendo en la revolución, definida en forma simple como «un cambio social fundamental en la estructura del poder..» pero muchos parecen haber olvidado que para aspirar a la revolución se debe educar al pueblo y cambiar profundamente los hábitos, combatir los vicios y las costumbres instaladas por el capital y asumidas en el diario vivir por el pueblo y muchos promotores de la revolución.
O cambiamos profundamente la mentalidad de nuestro pueblo educando para ser poder, o no habrá revolución.