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JAQUE ELECTORAL

Hasta hace dos semanas atrás, la elección presidencial en los Estados Unidos estaba prácticamente definida. La mala performance del presidente Joe Biden frente al ex presidente Donald Trump en el debate de 27 de junio, y luego el atentado fallido en contra de Trump, daban una ventaja difícil de remontar. Sin embargo, la intensa presión de las grandes figuras del partido demócrata, sumado a los magros resultados de los estudios de opinión, hicieron desistir a Joe Biden de continuar con su campaña a la reelección, en una decisión que sólo ha ocurrido un par de veces en la
historia de los Estados Unidos. En un giro improbable, el presidente propuso a su partido apoyar a la actual vice presidenta Kamala Harris como su candidata. En una columna anterior, nos referimos al proceso de definición en la convención demócrata. Un camino que no se veía tan claro debido a que se requiere el apoyo de al menos 1.976 delegados de cuatro mil de la convención, para ganar la nominación en la primera vuelta de la votación. Sin embargo, en cuanto se produjo el anuncio de Biden, se produjo una oleada de apoyos a Kamala Harris, partiendo por la ex presidenta
de la cámara de representantes e histórica líder demócrata Nancy Pelosi, el líder de la mayoría del Senado, Chuck Schumer; el líder demócrata de la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries; el exlíder de la minoría de la Cámara de Representantes; Jim Clyburn; el expresidente Bill Clinton, y la exsecretaria de Estado Hillary Clinton. A estos se sumaron los apoyos de todos los gobernadores demócratas. En menos de 24 horas, había superado largamente el número de apoyos necesarios para obtener la nominación, todos ellos expresados a través de las respectivas cartas compromiso. El tablero de ajedrez electoral, cambio totalmente, y el aura de triunfo que exhibía Donald Trump, se diluye aceleradamente. Con el camino despejado a la nominación demócrata, Kamala Harris, ha sumado a todas las grandes figuras a su candidatura. Sin duda el apoyo más esperado, era el de los rock star de la política, la dos veces pareja presidencial Michelle y Barack Obama. Y este apoyo se expresó, como saben tan bien hacerlo en Estados Unidos, con una llamada telefónica, en medio de actividad de campaña transmitida en vivo a millones de adherentes. Un saludo lleno de gestos de cariño y de complicidad, que produjo un estallido de donaciones de campaña. Si en las primeras 24 horas, había reunido más de 100 millones de dólares, después del apoyo de los Obama, la cifra ya supera los 200 millones de dólares en donativos. Con este auspicioso escenario la nominación formal del partido demócrata podría ocurrir en forma remota el 7 de agosto, incluso antes de la Convención Nacional demócrata que inicia el 19 de agosto,
marcando el cierre del proceso de primarias.
La costosa campaña presidencial de los Estados Unidos, que exige verdaderas fortunas para desplegarse en todo el país, era un primer obstáculo que debía superar Kamala Harris, y lo ha salvado con éxito. De hecho, se informa que casi el 70% de los donativos, corresponden a personas que donaron después del retiro de Biden de la competencia. La cifra recaudada en menos de una semana, rompe todos los records de recaudación. Asimismo, se han inscrito 170 mil
voluntarios, que trabajarán en su campaña. En su primer discurso hablando ya como virtual candidata presidencial, Kamala Harris demostró por qué tuvo una tan exitosa carrera como fiscal de distrito y como fiscal general, y luego en el senado. Sus dotes oratorias, van a la par con su carisma, mantiene la atención en sus palabras, y transmite sus ideas con potencia, y también con humor, algo muy difícil de combatir. Su primer discurso lo efectuó a escasas horas de haber
reunido los delegados para asegurar su nominación. En un evento ante más de tres mil adherentes, en Wisconsin uno de los estados definidos como clave ganar la elección, desplegó una retórica demoledora. “Como fiscal, me enfrenté a delincuentes de todo tipo: aquellos que abusaban de mujeres, estafadores que engañaban a consumidores, tramposos que violaban las normas para beneficio propio. Así que escúchenme bien: conozco a los tipos como Trump”. Con estas palabras, Kamala Harris marca el acento con el que enfrentará al candidato republicano, en un contraste entre su desempeño como fiscal, y el prontuario delictivo de Trump, condenado en caso de abusos sexuales, y en casos de fraude. A días de efectuado un mitin de Trump, en la misma ciudad, la candidata Harris, reunió tantos adherentes que la organización debió cambiar de lugar, a uno más espacioso. El enfoque de su discurso está en advertir a los electores, del
retroceso que implica la agenda política de Trump. Entre otros, se menciona las restricciones al acceso a cuidados sanitarios para quienes tienen enfermedades crónicas como el asma, algo que eliminó la reforma sanitaria de Barack Obama (2009-2017), y que Trump pretende reinstalar. “Estados Unidos ha probado estas políticas económicas fallidas antes, pero no vamos a retroceder. No vamos a volver atrás. Les diré por qué no retrocederemos, ¡porque la nuestra es
una lucha por el futuro!”. El encuentro de la noche del lunes pasado en el Instituto Milwaukee, termina con una multitud enfervecida, vitoreando su nombre, y ¡“¡No vamos a volver atrás, No vamos a volver atrás”!

La campaña de la candidata demócrata, inicia con un breve lapso por delante, sólo restan cien días para la elección presidencial, y el candidato que será formalizado en la convención republicana, corre con una ventaja de cuatro años de despliegue mediático. Sin embargo, la ola de entusiasmo y de simpatía que despierta Kamala Harris, representa un fenómeno novedoso en la tradicional política norteamericana. Estudios que analizan las preferencias electorales de las personas, de acuerdo a la generación a la que pertenecen, señalan que Kamala Harris que, con sus 59 años,
pertenece a la generación X, generación nacida entre 1965 y 1980, que conecta de forma natural como un virtual puente, entre los Baby Boomers, nacidos entre 1946 y 1964 y las generaciones posteriores. De este modo su discurso llega indistintamente a los mayores de la generación Baby Boomer, como a los Milenials, nacidos entre 1981 y 1996, y los más jóvenes de la generación Z, nacidos a partir de 1997. Kamala es de ascendencia afroamericana e india, es símbolo de la diversidad de una nación moderna, puede movilizar a minorías y jóvenes, y será imbatible en el voto mujer, debido a la agenda regresiva de Trump. Su experiencia política y trayectoria como fiscal general de California y senadora le otorgan credenciales sólidas en temas de justicia, seguridad y legislación. A cien días de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, el escenario está abierto, la opción demócrata que estaba virtualmente muerta hace un par de semanas, ha puesto en jaque al ultra conservador Donald Trump. Quien aparecía como incombustible, con su prontuario de condenas judiciales que en apariencia no importaba a nadie. Con una fortaleza casi épica, al sobrevivir a un atentado, hoy se ve fuera de forma, a destiempo, irascible, con un discurso violento y misógino, que, en contraste, con Kamala Harris, representa el pasado, y ella el futuro, como la posible primera mujer presidenta de los Estados Unidos de América.
Una semana marcada por la lucha electoral en el norte del continente, concluyó con las elecciones
presidenciales en Venezuela, el evento más importante en 25 años. Donde el líder chavista Nicolás Maduro, buscaba prolongar su período presidencial, sumando otro más de seis años, pretendiendo prolongar por 18 años su régimen tiránico. Contra todas las cortapisas, la persecución política, la censura y confiscación de medios opositores, en estas
elecciones, la oposición logró unirse detrás del candidato Edmundo González. Esa fue la alternativa a la candidata María Corina Machado, inhabilitada por la autoridad electoral controlada por el régimen. En un doloroso símil con la gesta heroica del plebiscito chileno de 1988, millones de venezolanos repartidos por el mundo, vieron por televisión el proceso electoral. Pese a todos los inconvenientes, a la persecución, a la negativa de acceso a varios ex presidentes, y
observadores internacionales, el candidato Edmundo González, según datos registrados por la oposición, habría derrotado a Nicolás Maduro. Sin embargo, luego de retrasar por más de cinco horas los resultados, en la madrugada de este lunes el régimen informó datos, correspondientes al 80% de los votos, informando que Maduro obtuvo el 51,2 % de los votos y Edmundo González un 44,2% de los votos. Al cierre de esta columna, se ignoraba la versión de los observadores internacionales. El régimen acusó una operación internacional en contra de Venezuela, en esta operación se acusa a nueve países, el realizar actos de intervencionismo, asimismo señalaron que su sistema de transmisión de datos, fue objeto de una acción terrorista, lo que retrasó la entrega de los datos. Según informes de la oposición la victoria de Edmundo González, habría ocurrido por amplio margen, por lo que se abre una etapa de revisión de actas, y de impugnación ante la justicia electoral. Todos los demócratas del mundo hacen votos por el esclarecimiento del
resultado, la aceptación del triunfo de la oposición y el inicio de la transición, que permita recuperar una sana y pacífica convivencia democrática. Nota aparte, mientras el régimen impidió el ingreso a Venezuela a los parlamentarios chilenos Felipe Kast y Rojo Edwards, y al ex convencional Patricio Fernández, el régimen sí admitió a los políticos Marcos Henríquez, Karina Oliva, Eduardo Artés y Boris Barrera. Hasta el cierre de esta columna, ninguno de ellos había
reportado a sus seguidores o a medios chilenos, lo que ocurrió en la trastienda de la votación. Si fueron de observadores electorales, veedores o algo por el estilo, en la hora de la verdad, nada dijeron.
Con mucho entusiasmo por la evolución del escenario electoral en los Estados Unidos de América, que abre perspectivas optimistas para el mundo occidental. Y también con gran esperanza y haciendo votos, porque se reconozca el triunfo de la oposición en Venezuela, y se dé inicio al proceso de transición a la democracia, impere la paz, y se restablezca el respeto de la libertad y los derechos humanos.
Ernesto Sepúlveda Tornero