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LA NIEVE Y LA LLUVIA NOS HABLAN

Esta semana, vimos el retorno de las precipitaciones en todo el país. Antiguos cursos de
agua, que por décadas permanecían secos y polvorientos, lucen hoy rebosantes y rugientes. Las
calles de todas las ciudades del centro y sur del país, sufriendo las consecuencias de la imprevisión, cuando no, de la indolencia. Hasta fines de los ochenta, llovía copiosamente en el centro y sur del país. El desborde de ríos, esteros, y la rotura de puentes eran cosa de todos los inviernos. El equipamiento de todo escolar incluía el paraguas y botas de agua, rara vez se suspendía las clases por lluvia. También influía en esto, el que las lluvias eran más intensas en el mes de julio, lo que correspondía a las vacaciones escolares. Chile era un país más pobre, en el advenimiento de la democracia, el país ostentaba una dolorosa cifra de 40% de pobreza, la cesantía campeaba, en el país de los Chicago Boys. Es sólo una especulación personal, pero creo que estábamos mejor preparados, al menos mentalmente. Éramos más “aperrados”. Quizás, es sólo que tantas décadas sin ver la naturaleza indómita, derramarse y fluir, en torrentes descontrolados, nos pone másnreflexivos, más humildes. Después de todo, el intenso fenómeno natural, ha puesto a prueba todo lo que hemos construido en los últimos años. Y muchas de estas obras no pasaron la prueba.

El ejemplo paradigmático son las torres de departamentos, construidas sobre la duna milenaria, entre Reñaca y Concón. Se conoce hoy, gracias a investigaciones periodísticas, una trama oscura de negocios y políticas, fraguada entre los últimos años de la dictadura y los primeros gobiernos de la concertación. Lo que a todos nos impacta hoy, al ver el tamaño del abismo, surgido bajo una de las torres, era aplaudida ayer, exhibida como fruto de un modelo exitoso. Nuevos ricos, sin temor de mostrar lo que podían comprar. Nadie pensó parece, en aquella escritura de más de dos milenios, que advierte de los riesgos de construir sobre arena. Pero no ha sido sólo eso, desarrollos inmobiliarios por todo el país, que, al cabo del evento meteorológico, se comprueba construidos, sobre terrenos inundables. Algunas casas, parecen derechamente construidas sobre vegas o humedales. Como es propio de nuestra idiosincrasia, todos culpando al estado, ya pocos o casi nadie, haciéndose cargo de su propio actuar. En subsidio de los muchos afectados, era muy difícil de anticipar, que algunos proyectos fueron construidos infringiendo normas o con torcidas interpretaciones.
Las condiciones han sido mucho más difíciles, en las zonas extremas. En Magallanes, más de diez
días soportando temperaturas históricamente bajas. La mínima en Punta Arenas fue de -14 grados, y en Tierra del Fuego y la provincia de Ultima Esperanza han sido aún más bajas. Miles de personas afectadas por cortes de agua, debido a la rotura de matrices, o al congelamiento de medidores. Las principales vías cubiertas de nieve y escarcha, intransitables para vehículos pequeños o sin doble tracción. Se ha debido desplegar maquinaria pesada del Ministerio de Obras públicas, y de los municipios, para el despeje de las calles principales. Y se ha esparcido cientos de toneladas de sal, para asegurar la conectividad interior del territorio. Como siempre, es admirable el esfuerzo de las personas más humildes, los trabajadores y trabajadoras, que han seguido cumpliendo sus labores, pese a todas las dificultades. Esperar micro o colectivo, con sensación de -20 grados, es una prueba del temple de la población. Surgen empleos informales como el de palear la nieve de la vereda, de enfrente de las casas. Y hay otros formales, de una abnegación y cuidado que emociona. Pienso en los señores que sacan la nieve, o pican la escarcha en la plaza Muñoz Gamero de Punta Arenas.
Emociona hasta las lágrimas, cuando se comprueba que muchos de ellos, están sobre los 70 años.
Hacen ese trabajo con entusiasmo y tesón, ya que es el único empleo que encuentran a esa edad.
Para que lo recuerden la próxima vez que vean la publicidad de las AFP.
Pero no nos desviemos, lo que quiero decir, es que nada arredra a los habitantes de esta bendita
tierra. Quienes acá vivimos, enfrentamos a diario condiciones más difíciles, que las del centro del país. No es sencillo, ni mucho menos barato, vivir por estos lares. Pero, el amor a la tierra lo supera todo. En esto no hay ni rojos ni azules, todos vamos a una para defender este territorio.
Hoy, decenas de miles de hogares se encuentran sin agua, pero ahí seguimos, derritiendo nieve,
yendo a buscar agua donde vecinos o amigos. Quienes no entienden nuestra forma de vida, han
fracasado rotundamente. Pienso en aquellos ministros del gabinete del ex presidente Piñera, que
quisieron subir el precio del gas que consumimos aquí. El gas tiene un importante subsidio del
estado, ya que es un bien básico, y esencial para preservar la vida humana en Magallanes. Un
ministro de ese gobierno, desde una fina oficina del centro de Santiago, nos mandó decir, que “Se acabó la fiesta del gas”. Y ya es historia, la reacción multitudinaria, masiva, de izquierda a derecha, de sindicatos a agrupaciones empresariales, de trabajadores a empresarios. Era 2011, y ese fue el paro del gas, donde durante una semana, las autoridades del gobierno central, y sus referentes locales, tuvieron que someterse al veredicto ciudadano.
Este invierno ha sido mucho más frío que el anterior, diría Jorge González. Tenemos el evento de
frío más intenso, con la mínima histórica en Punta Arenas, la más baja desde que se tenga registro.
Punta Arenas y la antártica hermanadas, con la misma temperatura. Pero nuestro territorio no fue noticia nacional, sólo por eso, en la misma semana, tuvimos un desaguisado diplomático con el vecino del otro lado del alambre. La instalación de unos paneles solares, que brindarían energía a un puesto de vigilancia de la armada argentina, se transformó en un germen de conflicto. Parte de los paneles se instalaron, ni más ni menos, que en territorio de Chile. Afortunadamente, la firme intervención de las autoridades chilenas, permitió resolver este aparente desliz. La importancia estratégica de la región de Magallanes y de la antártica chilena, queda de manifiesto. Quienes aquí habitamos, hacemos patria y soberanía efectiva, sobre nuestro territorio. Por cierto, esto incluye, el control exclusivo y soberano, del paso interoceánico del Estrecho de Magallanes.
Cuando se piensa Chile y su territorio, diverso, desde el propio territorio, desde las regiones, se
aprecia de mejor forma la importancia de la inversión en infraestructura. No se puede concebir un país, ejerciendo a plenitud su soberanía territorial, sin planificar las inversiones de los próximos decenios. Los grandes proyectos que la zona extrema Magallanes necesita, no son sólo los que se hacen pensando en la nevazón, o en las bajas temperaturas de esta semana. Esa es la diferencia entre quienes son capaces de proyectar, de anticiparse, y de quienes sólo piensan y miran el día a día. En Magallanes, tierra de adelantados, fuimos capaces de desarrollar desde cero, una industria compleja como fue la industria petrolera, desde 1945 en adelante. Sin la visión, el arrojo de esos pioneros, nunca hubiésemos podido desarrollar proyectos tan desafiantes como la exploración y explotación “costa afuera”. Los desafíos de hoy son dar respuesta a las necesidades inmediatas, como corresponde, en una sociedad democrática responsable. Pero lo anterior, sin dejar de planificar y ejecutar, los proyectos que nos permitirán mantener nuestra forma de vida en Magallanes y la antártica chilena.
Que nada ni nadie nos desanime, que nadie nos quite los deseos de soñar. Escribo esta última línea, pensando en mi gran compañero y amigo Reinaldo Vega, un soñador empedernido que inició su viaje al infinito, esta semana.
Ernesto Sepúlveda Tornero