¿Cuantas veces no ha pasado que el trabajador cierra sus puños y se pregunta porque no hay algo que lo pueda ayudar?
Hay una dosis alta de impotencia y por cierto malas leyes, que nos hacen sentir que estamos con la espalda contra la pared, solo esperando el golpe que nos prive de todo.
Que las cosas están malas no hay como negarlo, pero de ahi a estar impedidos de reclamar derechos hay un mundo de diferencia.
2.- El asunto es trabajar duro para explicar esto a los trabajadores y conseguir que en cada empresa, mediante la fuerza organizada al interior de estas, comiencen a reclamarse estas cuestiones que, siendo tan básicas, la mayoría de las veces ni se conocen.
Convengamos de una vez por todas en algo. La ignorancia de los trabajadores es en parte importante nuestra responsabilidad ya que abandonamos hace mucho tiempo una cuestión básica para quienes nos llamamos clasistas.
Estar en contacto con los trabajadores y hablarles, directamente o a través de documentos escritos, entregados en la calle, mano a mano.
Más contacto, más educación es lo que hace falta.