Un secuestro es algo grave y doloroso.
Los sufrimos por miles, a plena luz del día, con vehículos identificados como de policías, personas vestidas como tales y con decenas de testigos que, luego de vencer el terror que tales hechos provocan, dieron fe de que se produjeron.
Nunca, salvo la infatigable lucha de sus familiares y compañeros, se escucharon voces para denunciar tan luctuosos hechos. Se descalificó a quienes los expusieron ante la opinión pública internacional llamándoles enemigos del país, la justicia dijo que no habían antecedentes suficientes y jamás los investigó.
Conocemos el dolor que provocan los secuestros y siempre los condenamos.
Desde hace un tiempo por razones que aún ninguno de los equipos de inteligencia de policía civil y uniformada exponen, nos hemos llenado de sicarios y crímenes de todo tipo, incluidos secuestros por los cuales se cobra rescate, sin que haya ninguna política de prevención para terminar con tan horrible flagelo. Desconocemos las razones y los motivos de porque el ex uniformado venezolano fue secuestrado hace algunos días de madrugada, sacado de su casa en ropa interior y aún con paradero desconocido, pero lo concreto es que no podemos justificar un hecho así, cualesquiera sean las razones que lo provocaron.
2.- Pero también hay que ser muy claros al decir que no tienen moral para poner el grito en el cielo, aquellos que fueron cómplices, por acción u omisión, del secuestro y desaparición de cientos de nuestros compatriotas.
No vengan a demandar ahora el actuar de la justicia, cuando jamás hicieron nada por ayudar a los familiares de los secuestrados y desaparecidos en dictadura.
Son los mismos que descueran, junto a los medios de comunicación que también callaron durante la dictadura, al gobierno en el caso Democracia Viva – error por cierto de imbéciles que creyeron que la cosa era tirar y abrazarse – caso que es una bicoca al lado de tanto robo, desfalco y mentiras de los mismos que hoy se proclaman defensores de la fe, la justicia, la vida y la democracia.
A esos, no podemos ni debemos creerles.