Siempre hemos dejado claro que nuestra posición la defendemos hasta el final. No es que seamos infalibles pues antes de ratificar cualquier cosa si es menester se consulta con los abogados, pero lo concreto es que jamás vamos a buscar correcciones para minimizar o modificar aquello que fue presentado como irrenunciable.
Por cierto que escuchamos y ponemos atención a todo lo que se diga y fundamente, pero no saldrá de nosotros la validación de algo que ya fue rechazado.
Los trabajadores tienen y tendrán siempre la facultad definitiva de resolver sobre aquellos temas en litigio, aún cuando determinen aceptar todo o parte de los argumentos que en principio rechazaron. Será tarea nuestra profundizar en el análisis de lo que pudo pasar para que cambiara la percepción.
Claro, influyen el temor, la incertidumbre, pero quienes dirigen deben haber previsto el escenario y quienes asesoran habrán orientado sobre los caminos que podrían presentarse.
Si pese a ello, dirigentes y trabajadores aceptan algo menor a lo que definieron como irrenunciable, no queda más que aceptar la decisión y seguir trabajando para corregir errores y deficiencias, para llegar en mejor pie a la próxima negociación.
2.- Lo que sí está fuera de discusión es que un dirigente no tiene ni tendrá la potestad de tomar determinaciones por sí mismo, sin consultar al resto de la directiva, y menos haciéndose eco de informaciones de la patronal que no han sido informadas por sus pares en la directiva.
Nadie puede ser tan iluso y creer que una información del patrón es válida, en tanto no sea confirmada por el total de la directiva y para eso lo mínimo es consultar con los demás integrantes del directorio.
La buena fe es valiosa y necesaria pero lo es entre iguales, nunca con el adversario que solo ha buscado minimizar o destruir la organización.
Con un conflicto en desarrollo no se toma ninguna decisión unipersonal, solo el directorio y la asamblea tiene facultades para revertir acuerdos.
Nunca debemos olvidarlo.