Hace ya varios años recibimos una denuncia muy bien fundada sobre mala gestión en un organismo importante, denuncia que provocó el despido de varios profesionales a quienes entregamos atención y asesoría jurídica.
Hacer públicos esos antecedentes – hasta ahora los tenemos muy bien guardados – provocó que el asunto escalara y los mismos que ensalzaban quisieron destruir. Y se nos vino el mundo encima.
Pese a que se había dicho «investigar caiga quien caiga», nos quedó claro que hay algunos que no pueden caer, pase lo que pase. Algo similar a todos somos iguales, pero hay algunos iguales que son mejores que otros.
Escribimos esto a propósito de la discusión que hace algunas semanas se hizo pública entre militantes de un partido, que públicamente se mostraron los dientes.
La cosa sacó ronchas y el jefe salió a decirles que la ropa sucia se lava en casa. De ahí poco o nada más se supo.
No tuvimos la misma suerte en ese entonces. Una delegación de «·pesos pesados» se hizo presente para exigirnos desmentir la verdad que habíamos expuesto, pues se habían recibido quejas.
Ciertamente les dijimos que no y ardió troya. Perdimos un cargo en una Central, por que el cargo era del partido. Llegaron a la organización a pedir a los militantes que destituyeran al que había hablado de más (aunque dijo verdades).
Algunos dirigentes militantes, pero no tontos, no aceptaron, pusieron la información en la asamblea y esta no pescó la orden partidaria. La organización es de los trabajadores y no del partido, dijeron los más sublevados.
2.- Nos quedamos solos dando la pelea contra viento y marea, soportando amenazas verbales y físicas, viendo como algunos seguían las órdenes como perritos falderos, sin cuestionar ni buscar respuestas, Fuimos descalificados por próceres que usaron el diario partidario para mentir, sin conceder derecho a réplica (a propósito de la libertad de expresión, con la que tanto hacen gárgaras).
Y aquí seguimos, orgullosos de haber dicho las cosas como son, convencidos de que los partidos deben servir y no servirse y haciendo del sindicalismo de clase, independiente y autónomo, una verdad y no una frase cliché que se usa de vez en cuando para vender humo.