Es tiempo vertiginoso de avances y cambios, los inventos vienen uno tras otro, se produce uno de los momentos importantes de la historia. La Revolución Industrial.
Ya no es solo en algunos lugares que se instalan maquinarias y que se produce en serie.
En distintas ciudades y países el avance arrollador de la revolución industrial obliga a la contratación en masa de trabajadores. Sólo las condiciones en las que estos trabajan no cambian.
Los trabajadores saben que no lograrán frenar estos abusos con la destrucción de las máquinas que algunos promueven y se ven obligados a profundizar en su organización.
Ya no se trata solo de generar algunas condiciones para la ayuda mutua de los miembros de una asociación o gremio. Es momento de demandar el cambio de las condiciones de vida.
Las asociaciones y los gremios, comienzan a jugar un rol más importante.
Se van trasformando en sindicatos, como respuesta a la profundización del abuso patronal generado con la revolución industrial.
Los Estados comienzan a constatar que es imposible prohibir la organización por lo que se van flexibilizando las legislaciones, que inicialmente prohibían todo tipo de asociación.
Desde 1850 aproximadamente se reconoce a las asociaciones, pero se prohíbe y se castiga aquellas acciones que traigan aparejada la violencia para imponer sus exigencias.
A principios del siglo XX en la mayoría de los países los sindicatos son reconocidos legalmente.