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NECESITAMOS CRECER

Amigos y amigas, atrás quedaron los brindis, los fuegos artificiales, incluso los abrazos de año nuevo,
que según la costumbre se siguieron dando toda la semana. Pasó también el evento político que serviría para restañar las heridas, del sector conservador, derrotado con claridad en el plebiscito de diciembre. Como pasa en el fútbol, no se sacan cuentas alegres antes de jugado el partido, y lo que parecía ser el sepelio del ministro Montes, no fue sino un bautizo y una confirmación, para el más experimentado miembro del gabinete. Seremos clementes, y no ahondaremos aquí en la ausencia de fundamentos jurídicos, ni en la insuficiencia del libelo acusatorio, nos quedamos con la clase que brindó el profesor Ruiz Tagle, en el hemiciclo. Simple y sencillamente, una humillación, muchos recordaban las reuniones con su profesor de tesis, muy pedagógico, en cuanto a losrequisitos mínimos, no ya de una acusación constitucional, sino de cualquier presentación que persiga producir efectos jurídicos, y políticos. Conclusión, ministro confirmado, y prácticamente alzado en andas, por seguidores, a su retorno a Santiago.
Como siempre decimos, y reiteramos desde este espacio, Chile requiere con urgencia dejar de lado la
guerrilla de declaraciones altisonantes, por cierto también, la guerra sucia de las acusaciones constitucionales.
Convengamos en que, incluso, quienes patrocinaron y aprobaron acusaciones constitucionales en el pasado, hoy en día, han cambiado de opinión, y en buena hora, consideran que son una pérdida de tiempo y una distracción de los temas de fondo.
Entrando a la materia que debiera ser el ramo introductorio, para aprobar como político o política en
Chile. El estado de nuestra economía. Un aspecto de la realidad que afecta a moros y cristianos, y que, para su funcionamiento óptimo, era que no, requiere condiciones de estabilidad sociales y políticas. Esta semana una de las instituciones que debiera ser un orgullo para todos nosotros, el Banco Central, entidad pública autónoma de los gobiernos de turno, ha publicado el informe de política monetaria de diciembre de 2023. El famoso IPOM. Y qué nos dice el oráculo de la economía. Varias sorpresas. Resulta que Chile no se estaba hundiendo, como se insistió machaconamente, en la campaña del plebiscito de diciembre. La inflación, ese flagelo que licúa los sueldos de los trabajadores, y atenta en contra de la vida normal de las familias y de las empresas, ha seguido disminuyendo. En el mes de noviembre, la inflación anual alcanzó 4,8%, y se espera que el año 2023, concluya con un 4,5 %. Para refrescar un poco la memoria, de cómo partimos el año pasado, el 2023 inició con una inflación en niveles muy altos, por sobre el 12% anual, considerando también que, a mediados del año 2022, la inflación llegó a 14% el nivel más alto en décadas. La inflación hace perder poder adquisitivo a los trabajadores y sus familias, por lo que es una excelente noticia, que se haya reducido sustancialmente. Pero en la economía de libre mercado en que estamos, la inflación no se controla sola. Requiere de medidas de política monetaria, que, para nuestro caso, adopta el Banco Central, de acuerdo al análisis del estado de la economía que realiza con sus
grupos de expertos. Nuestra economía ha tenido que enfrentar situaciones externas, que impactaron en los costos de años previos, como dificultades logísticas y de transporte a raíz de la pandemia y el alza de los precios de las materias primas, lo que se ha agudizado con los conflictos en Ucrania y en el medio oriente. El Banco central, a través de la Tasa de política monetaria, actúa para reducir la inflación. El año 2023 inició con una Tasa de Política Monetaria contractiva, para resolver los desequilibrios macroeconómicos que afectaban nuestra economía. Según recuerda el Banco Central en su informe de diciembre, la Tasa de Política Monetaria, inició una política restrictiva, con una trayectoria de alza de tasas, en el año 2021, anticipándose incluso a los países desarrollados, que la iniciarían después. La TPM alcanzó su valor más alto en octubre de 2022 cuando se fijó en 11,25%, valor que se mantuvo hasta julio de 2023, cuando el Banco Central comenzó a reducir la tasa, disminuyendo la restricción monetaria, llegando al 8,25% actual. Esta tasa impacta directamente en las vidas de las personas y en la actividad de las empresas, ya que se va traspasando paulatinamente a las tasas de créditos de consumo y comerciales. El Banco informa que se continuará aliviando la restricción monetaria, reduciendo la tasa, en línea con el comportamiento de la inflación, considerando que la meta es llegar a una inflación del 3%.
La reducción de la inflación, como decíamos es una excelente noticia, que ha producido un incremento de los salarios reales de los trabajadores, mejorando su poder adquisitivo.
Otra buena noticia, es que contra lo que sostenía una pléyade de políticos y columnistas de medios
conservadores, la economía de Chile, no entró en recesión durante el año 2023, se comportó en línea con el ciclo de ajuste económico necesario para reducir la inflación. La brecha de actividad fue cerrándose
progresivamente, se redujo el consumo privado respecto de los altos niveles de trimestres previos y se redujo en gran medida el déficit de la cuenta corriente. Si bien, el crecimiento económico fue inferior a 1%, por lo que se registra como crecimiento nulo, la perspectiva que informa el Banco Central para 2024, parte con una estimación positiva, ya que la economía chilena crecerá entre 1,25 y 2,25%, para crecer en el año 2025 entre 2 y 3%. El crecimiento económico, es donde se juega la posibilidad de terminar con la pobreza en Chile, de avanzar hacia una sociedad que puede costear, los derechos sociales que nos acerquen al estándar de un país desarrollado. En esta área se juega el éxito o fracaso de los gobiernos, pero para el caso de Chile, se juega también el éxito o fracaso de un sistema político, cuestionado y deslegitimado, y que está obligado a dar respuestas efectivas a los problemas de la gente. En este sentido, es relevante conocer el crecimiento tendencial, este es uno de los parámetros estructurales de la economía. Es una variable de largo plazo, que no puede medirse como la actividad económica de un trimestre determinado, por lo que debe estimarse.

El crecimiento tendencial se refiere a la capacidad de crecimiento de mediano plazo de la economía, y equivale a cuál sería la tasa de crecimiento en un escenario en que no existiesen perturbaciones ni shocks. La estimación del Banco central considera que el crecimiento tendencial del PIB promediará 1,9% en el decenio 2024-2033.
Durante ese lapso, el crecimiento tendencial tendrá una trayectoria descendente, que lo ubicará bajo ese valor a fines del período de referencia. Como se trata de tendencias de largo plazo, como se puede apreciar, trascienden a las contingencias electorales. Se puede inferir, que, si se mantienen estas mismas variables macro económicas, incluso cumpliendo el objetivo de una inflación de 3%, el crecimiento económico será, en el mejor de los casos, cercano al 2%. Un valor muy modesto, considerando los grandes objetivos políticos, que se han trazado los sucesivos gobiernos, indistintamente de su color político.
He aquí el verdadero problema, aquí es donde resuelve si se mejoran o no las condiciones materiales de
vida de las grandes mayorías. Sin crecimiento económico, no se puede financiar nuevos derechos sociales, no se puede reducir los niveles de desigualdad, ni mucho menos se puede alcanzar el desarrollo. Esta es la verdadera tarea para la clase política, hoy ensimismada, y preocupada de disputas de salón, ajenas a las necesidades sociales. Los datos son demoledores, gobiernos de signo distinto, no logran impactar sustantivamente en los indicadores de crecimiento económico, medidos en el largo plazo. El desafío es mayor, y sólo cuando se desechen los discursos populistas, y los proyectos refundacionales de lado y lado, podremos avanzar en los acuerdos de largo aliento, que viabilicen un aumento de la productividad. Esa debe ser la tarea mínima, el compromiso básico, a exigir a los políticos y políticas sean de gobierno o de oposición. Si no somos capaces de hacerlo, no cambiaremos el ciclo de bajo crecimiento económico, que perpetuará las condiciones sociales que conocemos. Esto es lo que más importa, y lo que puede hacer la diferencia, en las vidas de nuestros hijos e hijas.
Esto es por lo que vale la pena seguir creyendo, y seguir participando en la vida democrática de Chile.
Ernesto Sepúlveda Tornero