Amigos y amigas, el año 2023 se nos fue, y recibimos con alegría y esperanza el
nuevo año 2024. Por todo Chile se sucedieron las celebraciones populares, las
fiestas familiares, y los espectáculos organizados por autoridades comunales, o
por la empresa privada. No podía ser de otro modo, mal que mal, la llegada de un
nuevo año, se celebra en Chile, desde la colonia. Fueron los conquistadores y
colonos españoles, quienes trajeron a nuestro continente esta celebración, por el
que se marca en el calendario el inicio de un nuevo año. Los antiguos pueblos
europeos, originalmente celebraban más bien la llegada del solsticio de invierno, el
21 de diciembre. Algo muy similar a la tradición del pueblo mapuche, con el
wetripantu, que se celebra entre el 21 y 24 de junio de cada año. El inicio de un
nuevo año en la tradición de los primeros pueblos, estaba marcada por los ciclos
de la naturaleza, de ahí que la llegada del invierno, preparaba la tierra para una
nueva vida. En el siglo XVI los españoles trajeron a Chile, un conjunto de
aproximadamente noventa fiestas religiosas, que completaban las actividades que
las autoridades de la corona, debían organizar en este lejano territorio. Chile, a
diferencia del virreinato del Perú, carecía de ostentosas riquezas en oro y plata,
era apenas una capitanía general, en la estructura imperial española. Las
condiciones de su territorio, solo lo hacía propicio para las faenas agrícolas, por lo
que las celebraciones oficiales, se reducían en Chile, a las que pudiera financiar el
Cabildo. En una sociedad rural, de escasos recursos, la frugalidad era lo obligado.
Por lo que las celebraciones de la llegada de un nuevo año, no adquirieron
importancia, hasta iniciada la república.
Es en el siglo XIX, que la fiesta adquiere mayor importancia, y crecientemente las
autoridades destinan recursos para su celebración. Podríamos decir, que
paulatinamente, a medida que el desarrollo social y económico de Chile, va
avanzando, lo hace también la importancia y la connotación de esta fiesta. Siendo
en pleno siglo XXI, una fiesta popular, que se extiende a lo largo y ancho del
territorio. Hoy en día, más allá de la condición social o económica, más allá de la
formación educacional y cultural, un pueblo entero se lanza a las calles, plazas y
playas del país, a celebrar, como si no hubiera otro día en sus vidas.
En el Chile de hoy, se da la singularidad, de que los medios de comunicación de
prensa y TV, difunden machaconamente, que el país está mal, que la economía se
hunde, que no somos felices, que tenemos miedo. Y al mismo tiempo, los mismos
medios muestran los centros comerciales, los supermercados, las multitiendas,
abarrotadas de compradores, de clientes, de personas gastando su plata bien
ganada. Fiestas de año nuevo con entrada de pago, se organizaron por todo
Chile, todas llenas. Incluso en las más caras, donde la mesa para diez personas
podía costar un millón y medio de pesos. Ni Chile se está cayendo, ni los chilenos
y chilenas estamos buscando a que país mudarnos, porque acá no se puede vivir.
En época de formular deseos, compromisos, o fijar metas para este nuevo año, el
gobierno del presidente Boric, ha convocado a seguir creyendo, a mantener la
esperanza, de que la situación en Chile va a seguir mejorando. Pese a los
agoreros de siempre, las cifras respaldan este discurso. La reducción de la
inflación, recibida en 14,5% y que termina el año en 4,8%. Incluso en las
recurrentes y alarmantes, cifras de delincuencia, durante el año que concluyó, se
obtuvo avances en todos los indicadores. Incluso en la macro zona sur, que ha
vivido en el último decenio los hechos más duros, en la llamada “violencia rural”,
se ha obtenido notables avances, reduciendo el número de casos, y con
detenciones masivas de las mafias de la venta de madera y tráfico de drogas.
El año lo podemos iniciar con esperanza, porque nuestra sociedad ha demostrado
la madurez y seriedad, que ningún político había imaginado. El resultado del
plebiscito de diciembre es un aviso de diez metros de altura, para los políticos de
lado y lado. Los chilenos y chilenas comunes y silvestres, las personas de trabajo,
no quieren más divisiones, más disputas bizantinas, la política se debe poner a la
altura, del mensaje de la sociedad. Una sociedad tan madura y responsable, que
rechazó en las presidenciales de 2021, el proyecto de restauración conservadora,
y ultra liberal en lo económico, que hoy destroza a Argentina. Una sociedad que
luego de pronunciarse en forma casi unánime por un cambio de constitución,
rechazó abrumadoramente, los proyectos identitarios de la izquierda y la derecha,
en los sucesivos plebiscitos. Una sociedad que no ha caído ni en los cantos de
sirena, ni en las mentiras, de sectores populistas, de lado y lado, que intentan
manipularla.
Si fuimos capaces de construir un país, que es capaz, después de todo lo que
hemos vivido, de celebrar, en la forma que lo hemos hecho. De manera pacífica,
en medio del cariño de las familias, y de las amistades, es prueba de que somos
conscientes de nuestra fortaleza. Conscientes de que unidos, podemos enfrentar
cualquier cosa, podemos superar cualquier obstáculo. Unidos en las calles, codo a
codo, compartiendo la simple alegría de vivir, no nos separan ni banderas ni
colores, somos un pueblo orgulloso de sí mismo, de lo que hemos sido capaces
de hacer, y confiados de lo que podremos hacer hacia adelante.
Amigos y amigas, feliz año nuevo.
Ernesto Sepúlveda Tornero