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EL PREMIO CAMPEÓN DE LA TIERRA

Amigos y amigas, esta semana vamos a hablar del medio ambiente, y de la urgente
necesidad de tomar acciones para protegerlo. En particular quiero destacar a un joven
emprendedor chileno, que ha sido reconocido por el programa de Naciones Unidas para el
Medio ambiente, como “Campeón de la tierra”. Pero, ¿De qué se trata esto? El premio, es
un reconocimiento a individuos, grupos e instituciones, que, con su labor, como
emprendedores, líderes políticos, académicos, contribuyen a la transformación de la
economía, desarrollan nuevas tecnologías sostenibles, o lideran la lucha contra la
injusticia ambiental, y protegen los recursos naturales. Según informa la página web del
programa de Naciones Unidas para el Medio ambiente, los campeones de la tierra, se
celebran en cuatro categorías. (ONU, 2023)
Liderazgo político. Se otorga a individuos u organizaciones del sector público que lideran
acciones globales o nacionales para el medio ambiente; Inspiración y acción. Se otorga a
personas u organizaciones que toman medidas audaces para inspirar cambios positivos
para proteger nuestro mundo; Visión empresarial. Se otorga a individuos u organizaciones
que desafían el status quo para construir un futuro más limpio. Construyen sistemas,
crean nueva tecnología y encabezan una visión innovadora; Ciencia e innovación. Se
otorga a quienes traspasan los límites de la tecnología para lograr un profundo beneficio
ambiental.
El premio se otorga desde 2005, y en ese período, se ha reconocido a 116
galardonados, desde líderes mundiales hasta inventores de tecnología. En el caso del
chileno José Manuel Möller, se ha reconocido un emprendimiento, que está a la base de la
economía familiar, de los sectores de más bajos ingresos. Su emprendimiento, nació hace
doce años, cuando Möller era estudiante universitario. Fue una respuesta a la
problemática que conoció, cuando vivía en un sector popular de la capital de Chile, y debía
abastecerse de alimentos y abarrotes en los almacenes de barrio. Allí conoció los
productos, que varias marcas, dispensan en envases más pequeños, para vender a un
menor costo. José Manuel Möller comprobó, que las personas de familias pobres,
compraban estos envases, dado su menor costo, que los envases de cantidades normales.
Sin embargo, verificó que él mismo, terminaba pagando mucho más que la compra
mensual de supermercado que hacía su familia, en los grandes supermercados. Möller
reconoció la existencia de un verdadero “impuesto a la pobreza”, que debían asumir las
familias, por el costo de los envases de plástico, de los productos. Concibió entonces, la
idea de crear una empresa, que instalara contenedores, en los comercios de barrio. En
dichos contenedores, se expenden alimentos e insumos de limpieza, a granel, las personas
deben llevar sus propios envases, que se reutilizan cada vez. Así nació ¨Al gramo”,
empresa que introdujo una innovación, que, por un lado, sirve a las familias, adquiriendo
productos a un menor costo. Y por otra libera al planeta de miles de envases plásticos.
Que, de otro modo, hubieran terminado en la basura. A juicio de Möller, las familias más

pobres estaban pagando un precio casi un 60% más alto, que los precios al por mayor, y
que esa diferencia de precios, se explica principalmente por el costo de los envases de
plástico. La empresa persigue un objeto social, y desde 2012 trabaja con minoristas,
comerciantes locales y también marcas globales, para que los consumidores, utilicen
recipientes de plástico re-utilizable, en sus compras de artículos básicos. En estas
compras, las personas pagan lo mismo por gramo, sin importar la cantidad que compren.
Desde 2020, los clientes de “Algramo” han reutilizado casi un millón de envases, evitando
que más de 100 toneladas de plástico se conviertan en residuos.
La notable historia de José Manuel Möller y “Al gramo”, debe hacer reflexionar a los
tomadores de decisiones. Cuando nos acercamos a pasos agigantados a la fecha límite
para reducir la temperatura global, cada esfuerzo que hagan las personas, contribuye al
cumplimiento de los compromisos del acuerdo de París. Ya que, si las emisiones de gases
de efecto invernadero continúan creciendo al ritmo actual, el planeta no cumplirá los
objetivos del Acuerdo de París entre 2030 y 2035. La producción, el uso y la eliminación de
plásticos convencionales basados en combustibles fósiles son responsables de más del 3
por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero al año.
Hoy necesitamos no sólo el cambio de hábitos de consumo de las personas, y la existencia
de emprendimiento como “Al gramo” que lo posibiliten. También las autoridades de
gobierno y legisladores tienen mucho que decir. La inversión de los recursos públicos
necesarios, en iniciativas innovadoras en materia de reducción y tratamiento de residuos,
requiere un cambio en la metodología de evaluación técnica de dichos proyectos. Hoy en
Chile, lo que se construye son rellenos sanitarios, sólo un par de peldaños más arriba, del
conocido “vertedero”. Ósea, en Chile, principalmente enterramos nuestros residuos
domiciliarios. Sin separación alguna por tipo de residuo, con bajísimo nivel de reciclaje y
reutilización. Los rellenos sanitarios, son la alternativa más económica para el tratamiento
de los residuos, y son recomendados favorablemente en el Ministerio de Desarrollo social,
por encima de cualquier alternativa de mayor costo. Incluso en territorios de pureza
virginal, como la región de Magallanes, son rellenos sanitarios los que se construyen, y
construirán. La precariedad ha sido tal, que esta alternativa constituye un notable
progreso, para la situación actual. Pero es el estado de Chile, el que debe hacer los
cambios normativos y reglamentarios, para viabilizar proyectos más innovadores, y que
impliquen la incorporación de valor, en la gestión de los residuos sólidos domiciliarios.
El premio “Campeón de la tierra”, a José Manuel Möller, fundador de “Al Gramo”, nos
llena de alegría, y es una luz de esperanza, para todos quienes luchamos por una sociedad
mejor.
Ernesto Sepúlveda Tornero