«No se suban por el chorro», reflexioné después de leer los comentarios vertidos por economistas y voceros que respaldan los intereses económicos predominantes en Chile. A medida que repasaba los medios locales, sus repetitivas declaraciones sobre cómo el estallido social sumió al país en una crisis me hicieron cuestionar su verdadera motivación.
Estos discursos buscan persuadirnos de que deberíamos olvidar los problemas que afloraron a raíz del estallido: desde los escándalos de colusión en el sector farmacéutico hasta las alarmantes deficiencias en el sistema de pensiones. Además, no se olvida la corrupción en las altas esferas políticas y una larga lista de desigualdades estructurales.
Curiosamente, pareciera que estos temas se intentan relegar al olvido, como si fuesen meros obstáculos en el camino hacia la recuperación.
Es innegable que el teatro político ha contribuido al agotamiento colectivo, pero no podemos permitirnos ser insensibles a la realidad que nos rodea. En lugar de caer en el juego de distracciones que nos presentan, es esencial mantener la lucidez y la visión crítica para no perder de vista los problemas fundamentales que desencadenaron el estallido social.