¿Como se llegó a tal grado de inhumanidad? ¿Que provocó tal nivel de odio en los sectores mas pudientes, que incluso llegaron a festejar con champaña, mientras las calles, los ríos, el mar de Chile, se llenaban de cadáveres, horriblemente mutilados y acribillados a balazos? Con el paso de los años algunos servidores de la dictadura, quizás abrumados por el peso en su conciencia ante tanta aberración cometida contra seres humanos, en la que ellos tomaron parte por acción u omisión, o tal vez percibiendo como las ratas que el barco comenzaba a hundirse, entregaron antecedentes por distintas vías. Estos antecedentes fueron haciendo evidente lo que, luego de tanto tiempo de búsqueda sin resultados, se había transformado para los familiares y para el país en general, en una certeza. La detención, la tortura, la muerte y la desaparición de miles de compatriotas. En el norte, centro y sur del país, comenzaron a aflorar, a ver la luz, decenas de fosas clandestinas, que entregaban los cuerpos retenidos por años en virtud del silencio. Primero fue Lonquén, luego Pisagua, Chihuío, el Cementerio General de Santiago, los cementerios de La Serena y Copiapó, Topater en Calama, Laja en la VIII Región.
2.-. Ahí estaban nuestros hermanos.Los mismos que según la prensa y los representantes de la dictadura (varios de los cuales hoy por hoy son “honorables parlamentarios”) se habían ido del país o sumergido en la clandestinidad para combatir al régimen militar, yacían muertos, sepultados bajo metros de tierra. Ellos, despojados de la vida por unos miserables sin alma, salían a clamar justicia desde sus sepulcros ilegales.
*Del libro Cerro Chena – Testimonio, un campo de prisioneros