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LA ÚLTIMA OPORTUNIDAD

Y volvimos a las urnas. Así es amigos y amigas, después del proceso constituyente
concluido en septiembre del 2022, con el bullado rechazo a la propuesta de la convención
constituyente. Los chilenos y chilenas, somos así, le seguimos buscando la solución a los
problemas, aunque parezcan todas las puertas cerradas. Después de la frustración que
produjo el fracaso anterior, la mezcla de confusión, hastío y desinterés en la población,
fue capitalizada por los sectores conservadores, contrarios a modificar el estatus quo. Un
escenario cuesta arriba para el progresismo, que enfrentó la campaña para el consejo
constitucional, dividido en dos listas. Convencer a la ciudadanía, de que ahora sí que sí,
concluiremos con una nueva constitución, era difícil, pero convencer a la mayoría del país,
que sufre hoy día carencias en todo ámbito, que la constituyente era lo más importante,
era una tarea imposible. Así, con desgano, hastío, desconfianza, y con el populismo en
alza, se iniciará el trabajo del consejo constitucional.
Lo que esperamos desde el año 90’, y fuimos con esperanza cada vez que tuvimos
que ir a las urnas, que como todo cosa humana, se fue desgastando con los años, y ya
íbamos con menos cada vez, la jornada de este día, tuvo ese sabor. Un camino que los
jóvenes que enfrentamos la dictadura, buscamos por todos los medios, y no se nos dio,
tiene en este día una nueva opción. Una instancia deslavada, sobre protegida, que deberá
elaborar una nueva propuesta constitucional.
La alta proporción de votos nulos, es una señal de alerta, la nueva conformación
del órgano constituyente, es la segunda. Si la derecha opta por aprovechar su mayoría,
para construir su nueva versión de la constitución del 80’, Chile enfrentará un largo
proceso de inestabilidad social y política. Una versión más partisana que la constitución de
Guzmán, actualizada al 2023, deberá obtener su aprobación en el plebiscito de diciembre.
Es un escenario probable, y con resultado incierto.
Una lección para los partidos del progresismo, el gustito que se dieron algunos
barones y baronesas de centro izquierda, de impulsar la competencia en dos listas
separadas, fue un fracaso, y esto debiera producir costos políticos.
El mejor escenario para la estabilidad de Chile, era que en esta elección ningún
sector político obtuviera los tres quintos del consejo. Obtener 30 consejeros, permite
imponer sin contrapeso las normas constitucionales. Un escenario similar al que se dio en
el proceso anterior, pero esta vez para el sector conservador. El avance de la ultra
derecha, no sólo constituye una amenaza para el progresismo, sino más directamente, a
los partidos de derecha tradicional, quienes se ven superados por la dialéctica simple,
directa, muy efectiva para explotar inseguridades y temores.
La debacle de los antiguos socios de la centro izquierda, hará por una parte re
evaluar la estrategia de dos listas, pero también estará en la mesa, el costo político que
paga ese sector por la participación en el gobierno progresista.

Análisis más profundos surgirán una vez que se enfríen los datos, lo que está claro,
es que obligará a replantear la estrategia del gobierno, para llevar adelante su agenda
legislativa. Lo anterior, ya que el empoderamiento de los sectores más conservadores,
aleja la posibilidad de construir acuerdos viables, con la derecha tradicional.
El resultado expectante del partido de José Antonio Kast, fue sorpresivo e
insospechado, y capitaliza de mejor forma el descontento o rechazo al sistema político, de
lo que se proyectaba podría hacer el partido de Parisi, que obtuvo un rotundo fracaso.
Después de todo, las doce bases institucionales, la comisión experta, y la comisión
de admisibilidad, que se habían visto por algunos como un obstáculo, serán virtualmente
una salvaguarda para el estado social y democrático de derecho, una barrera al eventual
intento de restauración conservadora.
Aunque, desde ya existen sectores pensando en rechazar el texto, incluso antes de
ser escrito, es claro de que el gobierno, debe mantener su prescindencia sobre el proceso,
las fuerzas políticas de coaliciones de gobierno, se encuentran obligadas moral y
políticamente, continuar adhiriendo al proceso hasta el final.
El progresismo ha sido derrotado en toda la línea, rotunda y categóricamente, no
hay manera de morigerar o atenuar esa realidad. Pero debe primar el interés de Chile, por
encima de todo objetivo subalterno. Esta es la última oportunidad para el proceso
constituyente y no se puede desaprovechar. Pensar en el bien general y no en la pequeña
parcela o grupo, es lo que corresponde. Y dialogar hasta que duela.
Ernesto Sepúlveda Tornero