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Jessica Bengoa, candidata consejo constituyente, Energías verdes en Magallanes: Una industria a punto de tomar vuelo

Unas 2000 personas, muchas de ellas representantes de organizaciones sociales, se han inscrito
para participar en los diálogos ciudadanos en torno a la instalación y futuro de las energías limpias
en Magallanes, y principalmente la industria del Hidrógeno Verde. Convocados desde el gobierno,
se trata de dialogar sobre el desarrollo de estas empresas que han comenzado a explorar su
viabilidad en el norte y en el extremo sur de Chile, dadas las características geográficas y climáticas
de estas regiones chilenas.
Un diálogo necesario y urgente, pues más allá, de las ventajas para la prosperidad económica, la
reducción de los indicadores contaminantes, el aporte para una nueva matriz energética y un
nuevo polo de desarrollo, la instalación de estas empresas también genera importantes impactos
sociales y demográficos. Según distintos cálculos de las empresas y organismos oficiales, durante
el proceso de instalación de la industria en comunas como San Gregorio deberán trabajar unas 30
mil personas, la mayoría de ellas por temporadas, pero un número considerable permanecerá en
el territorio, generando nuevas necesidades como viviendas permanentes, servicios básicos,
escuelas, centros de salud, comercio y otras actividades que, en definitiva, crearán una nueva
comunidad.
Aunque todavía son incipientes las inversiones empresariales, la llegada de algunas industrias al
territorio para instalar centros pilotos de producción, producir e-combustibles para pruebas en
vehículos con motores no modificados y otras actividades, han generado impactos significativos en
el entorno geográfico. Por lo pronto, en los precios –para venta o alquiler- de los paños de terreno
que necesitarán las plantas productoras de amoniaco e hidrógeno verde, así como el probable giro
que vivan esas tierras hasta hace poco dedicadas a la crianza de ganado. Luego vendrán las
compras o arriendos de terrenos para las casas habitaciones de las y los trabajadores que estarán
en las faenas de instalación y después explotación de la industria.
El debate ciudadano que se inicia entre habitantes de la zona y la empresa, además de los
organismos del Estado, deberá abordar estos asuntos que, si son bien resueltos, pueden significar
un gran despegue económico para la región y mejor vida para las personas que se vinculen a la
actividad central y periférica de estas explotaciones.
Paro también hay riesgos que emanan del propio mercado de las energías limpias en el que se
inscribe el hidrógeno verde, como el llegar tarde al flujo de compraventa por el alto número de
países que se han embarcado en la exploración de esta actividad. Sin embargo, los riesgos
mayores están en las condiciones laborales que supone el desarrollo de una industria como esta,
altamente competitiva, con faenas bajo rigurosas condiciones climáticas, empresas deslocalizadas
que no tienen sus gerencias en terreno y probablemente ni siquiera en el país.
Junto al debate sobre cómo impacta en el territorio y la población el desarrollo de esta industria,
también es necesario conversar sobre dónde quedan las utilidades, dónde y cuánto tributan estas
empresas, o si acaso es necesario generar un royalty específico para la generación de energías
verdes; pues no será lo mismo producir y exportar amoníaco, para que en el lugar de destino sea
procesado y transformado en Hidrógeno Verde, que agregar valor desde el inicio y desde
Magallanes enviar al mundo combustibles y productores de energías limpias.

Sobre todas estas cosas, hay que conversar.