El lunes 9 de enero en la Catedral, en la eucaristía presidida por el pastor diocesano
Óscar Blanco, la Iglesia de Magallanes hizo memoria agradecida del P. Santiago
Redondo quien, después de sesenta años de servicio dice adiós a Magallanes tras sesenta años de ser-
vicio. Una iglesia repleta lo acompañó, lo aplaudió y se emocionó en el que se agradeció su testimonio
de vida, sobre todo en Porvenir, donde permaneció 44 años. El Obispo, que en los pocos meses que
lleva en la región, pudo apreciar la importante huella que el P. Santiago deja en Magallanes. “Cuando
lo conocí me provocó mucha ternura, lo recuerdo agradecido como un hombre que pasó haciendo el
bien”. A esas palabras se sumó el sacerdote Marcos Buvinic, quien manifestó: “Con gratitud despedi-
mos al P. Santiago Redondo, y lo hacemos en la Eucaristía, que significa ‘agradecimiento’: damos
gracias a Dios por Santiago y su ministerio sacerdotal en nuestra Iglesia de Magallanes. Santiago
llegó a Chile con 24 años de edad, permaneciendo acá por 70 años de entrega misionera: 60 en nuestra diócesis, y de ellos fueron 44 años en Porvenir.
Dejó su país, su gente y su cultura, y se hizo uno de nosotros y entendió -como pocos- el alma de nues-
tro pueblo magallánico. Santiago hizo muchas cosas por la región, en Natales, en Punta Arenas y en
Tierra del Fuego; la presencia en esta Eucaristía de tanta gente de Porvenir lo manifiesta. Por ejemplo,
todos recordamos la tenacidad y perseverancia con que sacó adelante la construcción de la parroquia
de Porvenir, y muchas otras cosas que hizo. Pero todo eso -que es mucho- no es lo más importante.
Lo más importante que hizo el P. Santiago no se puede medir ni tiene precio: llevó el consuelo del Señor a muchas personas y familias en momentos difíciles de sus vidas, y eso no se puede medir ni tiene precio; a través de su ministerio como confesor, fuimos muchos pecadores los que conocimos la misericordia y el perdón de Dios, y eso tampoco se puede medir ni tiene precio. Fueron muchos los que conocieron al Señor Jesús y fueron alimentados con la Palabra de Dios y el Cuerpo de Cristo a través de la Eucaristía que celebraba, y eso no se puede medir ni tiene precio.
A través de su oración, Santiago, ponía ante el Señor la vida de esta Iglesia y los habitantes de
nuestra región, y eso tampoco se puede medir ni tiene precio; como tampoco se puede medir y no
precio su servicio fiel como asesor espiritual de la Legión de María.
Siempre me llamó la atención algo de Santiago quien, como todos nosotros, tiene su ge-
nio: cuando no estaba de acuerdo con algo decía ‘pshh’, y cuando se enojaba ‘pshh, pshh, pshh’,
y nada más, porque de su boca no salían palabras malas o hirientes contra nadie. Eso nos muestra
su fe recia y su espíritu templado. Hay un verso que dice: “al final llegaré ante Tí, Señor, con las
manos vacías y el corazón lleno de nombres”.
Eso te pedimos, Santiago, que en esta nueva etapa de tu vida, en tu oración sigas presentan-
do ante el Señor todos esos nombres de nuestra Iglesia de Magallanes y de los habitantes de esta
región.
Te despedimos con el corazón agradecido, y en la certeza que el Señor Jesús sabrás agradecerte mucho mejor que nosotros lo que hiciste por esta Iglesia y por todos nosotros.