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UN CUENTO DE NAVIDAD EN CHILE

Amables lectores y auditores, amigos y amigas, esta semana tuvimos un evento que causó
zozobra y preocupación en muchas personas. De gravedad, sin lugar a dudas, este, fue el incendio que
arrasó con 267 casas, de la parte alta de Viña del Mar. Se lamenta el fallecimiento de dos personas, y
decenas de heridos. Al igual que en anteriores incendios, que han afectado viviendas, el origen del
fuego, fue en el área forestal, y se investiga si hubo intencionalidad. Todos pudimos ver por televisión,
escenas de hondo pesar, de hombres y mujeres golpeados por este siniestro. De seguro, nos ofendieron
a todos, la actuación de algunas figuras televisivas, que trataron de explotar el dolor ajeno, para
provocar el morbo de las audiencias. Algo totalmente repudiable, que contrastó con las acciones de
solidaridad que se organizaron por todo el país, para aliviar el dolor de esas familias hermanas. El rol que
jugaron las autoridades y el gobierno, estuvo a la altura de la situación extrema que se produjo. El
propio presidente, se abstuvo de concurrir al lugar, hasta que los organismos competentes, desplegaran
su personal operativo. Además, el presidente dispuso el estado de excepción constitucional de
catástrofe, que permite el nombramiento de un jefe de la Defensa Nacional para que tome el control de
la zona afectada, y coordine la labor operativa. Finalmente, la visita a Viña del Mar, a las personas
afectadas, el presidente Boric la realizó con ponderación, sin afán de protagonismo, cuidando de no
exponer ante los medios, a los afectados. Como es habitual en sus salidas a terreno, sostuvo un dialogo
franco con los vecinos, y comprometió la ayuda y el apoyo del gobierno, a las familias que perdieron sus
hogares. La tarde del domingo la ministra del interior, informó que el siniestro se encontraba, por fin,
controlado, aunque persistían focos que sofocar, para su extinción total. En la zona central, las
condiciones para nuevos siniestros están presentes, más que en veranos anteriores. Las precipitaciones
de este año, no cubren el déficit hídrico, ni se terminó la sequía, pero facilitaron el crecimiento de
vegetación en cerros y quebradas, que hoy, debido a las altas temperaturas, están a la distancia de una
pequeña chispa, para arder. El propio presidente lo advirtió, es una verdadera “bomba de tiempo”.
Sumado a lo anterior, las decenas de miles de personas, que habitan en precarios campamentos o
tomas de terreno, en muchos casos, en sectores no aptos para la construcción de viviendas. En
resumen, una situación que no tiene fácil solución, porque se vincula con el ordenamiento territorial, las
zonas de riesgo, la planificación de ciudad, y los problemas de la población para acceder a la vivienda.
Pero es un tema mayor, y que atañe fuertemente al presidente como líder del gobierno progresista. Sea
por razones de precio del suelo, razones del mercado inmobiliario, o sea, en décadas pasadas, por
razones de simple exclusión, las personas más pobres, se han instalado en la periferia, en los lugares
más apartados. Estos emplazamientos, constituyen un desafío a toda la sociedad, no solo al gobierno de
turno. Porque para resolver el problema, obliga a hacerse cargo, de las causas que lo provocan. Y ahí,
queridos míos, no sólo constituye un problema social y económico, sino un problema ético. ¿Cuánto de
lo que tan afanosamente cuidamos, estamos dispuestos a sacrificar?, ¿Qué esfuerzo, estamos
dispuestos a realizar? Y no me refiero en el transcurso de la actual administración, porque está claro que
hacernos cargo, de esta problemática, requerirá el transcurso de un largo período de tiempo.
Afortunadamente, nuestro presidente, eso lo tiene claro, y así lo ha reconocido en una larga entrevista
que brindó al Diario Financiero. Atrás quedó cierto voluntarismo inicial, que hoy se reconoce, la realidad
política muestra que sin mayoría parlamentaria no se gobierna. Y los grandes y profundos problemas
que enfrentamos, requieren la construcción de acuerdos amplios, y para allá hay que encauzar la
discusión pública. Que se piense más en el bien común, y menos, en la corta y mezquina ganancia. Ser
altruistas, generosos, es algo que no se encuentra muy a menudo en política. Es lo que esperamos de
nuestros representantes, una acción pública, que se inspire en los mejores valores de nuestra sociedad,

pero a la vez, sea fuente de inspiración para los ciudadanos. Para que la actividad política convoque a los
mejores hombres y mujeres, y no sólo a los más conocidos, a los más acomodados, o a los más
emparentados con el poder.
La navidad es fuente de inspiración, de los más profundos valores, que nos conmueven, porque
recordamos el nacimiento del Salvador Jesús, en la forma de un niño, nacido en humilde portal. Es una
fuente de inspiración no sólo para los cristianos, sino que se extiende a todas las personas, y así ha sido
en todas las épocas. Me encanta en esta fecha ver la clásica película, basada en el libro de Charles
Dickens, “Un cuento de navidad”, un relato crudo que nos muestra a grandes pinceladas, las duras
condiciones de vida de los pobres, en la Inglaterra victoriana. El propio autor, sufrió en carne propia los
rigores de la pobreza, debido al encarcelamiento por deudas, de su padre, que dejó en la calle a su
madre y a sus diez hijos. Charles, con sólo doce años, debió abandonar la escuela y trabajar en una
fábrica de betún para zapatos. Las lamentables condiciones de trabajo, con jornadas de más de doce
horas, y labores superiores a las fuerzas de los pequeños niños, provocó en Charles Dickens, una honda
consciencia social. El deseo de denuncia, y de lucha contra la injusticia la plasmó, en todas sus obras, en
especial en “Oliver Twist”, donde narra las desventuras de un pequeño huérfano, pero en especial en
“Un cuento de navidad”. En este libro grafica la realidad en que vivían cientos de miles de personas, por
el año 1843 en Inglaterra. Narra la historia de Ebenezer Scrooge un avaro y egoísta anciano, sólo
interesado en ganar dinero, que no comparte con nadie, ni siquiera su único pariente vivo, un joven
sobrino. Scrooge, en especial desprecia todo lo relacionado con la navidad, rechaza la idea de dar
regalos, o dar limosna a los pobres. Los hechos se sitúan siete años después del fallecimiento del socio
de Scrooge, llamado Jacob Marley. En una particularmente fría noche, cuando Ebenezer duerme, se le
aparece el fantasma de Marley, el que aparece cubierto por una enorme y pesadísima cadena. A esta
cadena se encuentran atadas arcas con moneda de oro, llaves de candados, libros de contabilidad,
escrituras de compraventa. Marley le muestra a Scrooge, las consecuencias de haber actuado como un
avaro toda su vida, ahora debe cargar siempre esa cadena, y está condenado a continuar moviéndolas
sin descanso, por toda la eternidad. Durante esa misma noche, y tal como Marley le advirtiera, recibe la
visita de tres fantasmas más. El primero es el fantasma de las navidades pasadas, que lleva a Scrooge a
visitar escenas de su niñez y juventud, donde se puede apreciar su inocencia y conducta amable. El
segundo fantasma es el de la navidad presente, éste le muestra las condiciones miserables en las que
vive su empleado Bob Cratchit, y la grave enfermedad de su hijo pequeño Tim, quien usa muletas.
También le muestra que su empleado y su familia, en su pobreza, celebran con alegría la navidad.
También le muestra a su sobrino celebrando la fiesta en su casa. El tercer fantasma, de las navidades
futuras, muestra a Scrooge, las consecuencias que tendrá una vida dedicada a acumular dinero, a la
avaricia, a la soledad y la maldad. Ve la tumba del pequeño Tim, fallecido por las múltiples privaciones, y
le muestra su propia muerte, en la soledad absoluta, víctima del robo de sus pertenencias personales, y
con un funeral al que no asiste persona alguna. Es tan profundo el impacto que las visitas de los
fantasmas provocan en Scrooge, que cuando se creía perdido, despierta en su cama, el día de navidad, y
cambia radicalmente de vida. Se hace el firme propósito de honrar la navidad en su corazón, y mantener
su espíritu todo el año. Dotado de un corazón nuevo, amable y generoso, hace importantes donativos a
los pobres, mejora las condiciones de trabajo de su empleado Cratchit, y se preocupa del cuidado del
pequeño Tim. También se encuentra con su sobrino, y en general cambia tanto, que, a partir de esa
fecha, se dirá, que no existe en todo Londres, nadie que celebre mejor la navidad que Ebenezer Scrooge.

No necesitamos en Chile, la visita de ningún fantasma, para darnos cuenta que cosas tenemos
que cambiar, para construir una sociedad mejor. Basta mirar por la ventana, mirar en la calle, para
darnos cuenta, aún tenemos tiempo de cambiar. Feliz navidad!