1.-Hace 14 años, conversando con diferentes compañeros y compañeras sobre la Declaración Universal de los Derechos Humanos, llegamos a una conclusión lapidaria. La mayoría de los artículos de la Declaración no se respetan a cabalidad o simplemente son ignorados. Lo más grave, en todo caso, es el casi total desconocimiento que millones de personas tienen sobre esta Declaración. Fue eso lo que nos motivó pedirle a compañeras y compañeros que nos dieran su opinión sobre cada uno de los artículos.
Y sucedió algo extraño, inexplicable. Varios desistieron de escribir su opinión pues podrían tener problemas si estas eran conocidas. Otros pidieron utilizar seudónimos para poder participar del proyecto, por cierto no los volvimos a consultar.
Pese a estas dificultades varios fueron quienes se mostraron dispuestos e incluso se ofrecieron a comentar más de un artículo de la Declaración, para sacar adelante este trabajo. Así logramos imprimir nuestro primer libro. Una humilde edición de 500 ejemplares que se puso a la venta y, aunque nunca la difundimos, fue adquirida por personas y organizaciones.
Pasó el tiempo, algunos de los que escribieron fallecieron y sin embargo hasta hoy sus opiniones se mantienen vigentes. Por eso tomamos la resolución de volver a editarla. Porque a pesar de transcurrir 14 años desde esa publicación, poco o nada ha cambiado. Algunos ajustes por aquí y por allá, un avance en el sistema electoral, otro en lo educativo, quizás algo en la justicia penal y laboral.
Pero en los derechos humanos duros, aquellos que debieran ser normas para asegurar el bienestar de los individuos en su día a día, no se ven grandes avances e incluso hay retrocesos.
2.- En el plano internacional no solo el hambre ha aumentado extendiéndose a grandes extensiones en la tierra, especialmente en el África, sino que también disminuyen las reservas de agua, se masifica la explotación hasta el agotamiento de los recursos naturales, se depredan los mares y en muchos sectores del planeta las guerras encubiertas por razones de todo tipo, siguen cobrando vidas. Ya no solo se está limitando los derechos de quienes disienten en cualquier parte y por las razones que sean. La persecución y la detención arbitraria, los castigos físicos, la tortura en todas sus formas, el ajusticiamiento sumario y la desaparición de personas por métodos cada vez más atroces, son señal inequívoca que el retroceso humano, la degradación, siguen presentes, se extienden peligrosamente e incluso se les justifica y valida.
Los trabajadores y sus organizaciones son el ejemplo más claro de lo anterior. Grandes discursos en foros nacionales e internacionales, anuncios de cambio en las condiciones de trabajo, remuneración y descanso y, sin embargo, las diferencias en vez de acortarse se extienden.
La sola lectura de los artículos 23, 24 y 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos para el caso de los trabajadores en nuestro país, son la demostración más clara de que algo no anda bien. Sucesivas reformas en estos años, no han logrado establecer la vigencia plena de los derechos que en dichos artículos se consagran.
Por eso decimos que la lucha no termina y que la educación es el pilar fundamental para cambiar el estado actual de las cosas.
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Nuestra fuerza la Unidad
Nuestra meta la Victoria