Esta semana, el directorio ejecutivo de la empresa estatal CODELCO, anunció el inicio de un plan de cierre de la fundición Ventanas, ubicada en Puchuncaví. El presidente del directorio, Máximo Pacheco, señaló que Codelco “es la empresa más importante de Chile, una empresa estatal comprometida con el bien común, la protección del medioambiente, las comunidades y la producción responsable”. La fundición, en cumplimiento de la normativa medio ambiental había suspendido sus operaciones el 6 de junio, anticipando un plan de mantenimiento de la planta. El directorio de la empresa, desestimó efectuar una inversión cercana a los US$54 millones, con el fin de aumentar la captación de gases, debido a que esta intervención no garantiza que no se produzcan nuevos episodios de contaminación. Según especialistas, dada la antigüedad de la planta, que data de 1964, no es factible técnicamente, garantizar la captación del 99% de las emisiones de gases, conforme al estándar de la OMS y de la agencia americana del medio ambiente.
El presidente Gabriel Boric, ha manifestado que la medida se toma en cumplimiento del compromiso de su gobierno, de no tener más zonas de sacrificio, siendo la de Quintero-Puchuncaví la más emblemática. Sin lugar a dudas, una decisión histórica en cuanto al cuidado del medio ambiente. El complejo de Codelco Ventanas, incluye la fundición y el área de refinería, pero el cierre sólo afecta a la fundición. Actualmente laboran allí 350 trabajadores de Codelco, los que se ha anunciado serán reubicados en otras fundiciones de la empresa, con pleno respeto de sus condiciones contractuales. El plan de cierre, y desmantelamiento de la planta se estima que tardará cinco años, período durante el cual, los trabajadores de empresas contratistas continuarán laborando. El primer paso para que se concrete esta decisión, es la aprobación del proyecto que presentará el gobierno, para modificar la ley 19.993, disposición que obliga a Codelco a fundir los minerales de la Empresa Nacional de Minería. ENAMI, exclusivamente en Ventanas. Como era fácil de prever, los sindicatos de Codelco Ventanas, rechazaron la decisión de cierre de la fundición, y anunciaron un paro de todas las divisiones de la empresa. Es entendible desde el punto de vista del trabajador, reaccionar ante un escenario de incertidumbre. Las condiciones de trabajo y remuneración en la minería, y especialmente en la minería estatal son inmejorables, y cualquier duda sobre la mantención de estas condiciones, será resistida con fuerza. Por esta razón, se ha dispuesto la instalación de una mesa de dialogo con los trabajadores y sus sindicatos, para la implementación del cierre, buscando la reubicación del personal, en las mismas condiciones actuales. Una oferta, que vista desde el mundo del trabajo en general, resulta bastante conveniente. Considerando que, en el ámbito privado, lo más probable sería que la primera opción fuera el despido. Pese a las declaraciones incendiarias de la cúpula sindical, llegará el momento de sentarse a la mesa, y sobre la base de la conversación directa, llegar al mejor acuerdo sobre esta materia. No se debe perder de vista, que a la ciudadanía le preocupan, las imágenes de niños y niñas, internados por intoxicación por gases. El cierre de escuelas y colegios por episodios de intoxicación, se vienen repitiendo desde 2011. Hasta ahora, las empresas seguían operando, y las suspensiones determinadas por la autoridad, sólo postergaban el nuevo episodio crítico. ¿Por qué los gobiernos anteriores nada hicieron al respecto?, hoy se pueden dar muchísimas razones, lo cierto es que, al momento de construirse la fundición de Ventanas en 1964, no existía en Chile, ni en casi ninguna parte del mundo, una noción de los efectos de la contaminación ambiental. Hoy con una amplia conciencia sobre la materia, el gobierno respalda la decisión adoptada por la mayor empresa productora de Cobre del mundo, una minera de propiedad estatal. Y no quedan argumentos para contradecir esta decisión. El derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación, es un derecho fundamental que está en una categoría distinta, a los derechos económicos y sociales. Es una novedad en Chile, y un ejemplo para el mundo, que se haga primar una consideración de salud y de medio ambiente, por sobre otras consideraciones. En estos días, algunos políticos de derecha han dicho que lo que debía hacer Codelco, era invertir esos 54 millones de dólares, para que la fundición siguiera operando. Incluso un alto ejecutivo de la Sociedad nacional de minería, SONAMI, opinaba que el gobierno había tomado el camino más fácil. Creo que la evidencia disponible, habla por sí sola. Todos los gobiernos desde 1990 en adelante, adoptaron esa política, con avances mínimos, las normas medioambientales aplicables, están largamente distantes de las de la OMS y las de la Agencia americana de medio ambiente. Pero la actividad productiva se mantuvo. Y salvo raras voces, no se oye padre. No había reclamos. Tuvo que ser la sociedad civil, la propia comunidad de Quintero y Puchuncaví, con el apoyo de juntas de vecinos, de centros de estudiantes, del colegio de profesores, quienes hicieron sentir el clamor por una vida libre de contaminación. También hubo reportajes periodísticos, tanto a los niños de la escuela de La greda, como a los de Quintero, y sus familias. Reportajes a los “hombres verdes”, trabajadores de la fundición que fallecieron por enfermedades contraídas, a causa de la exposición prolongada a metales pesados, y emanaciones tóxicas. Con toda seguridad, que se pudo tomar medidas más drásticas y mucho antes, pero no se hizo. Basta ver la reacción de las cúpulas sindicales de la minera estatal, como si nada hubiera pasado en Chile en estos años. Al mismo tiempo, la reacción de políticos de derecha, que gobernaron hasta sólo tres meses atrás, criticando al directorio de Codelco, y al gobierno por respaldar el cierre. Como si no estuviera en juego la vida y salud de habitantes de la patria. Y surge la pregunta odiosa, si las escuelas y colegios afectados fueran los de Las Condes o Vitacura, ¿reaccionarían del mismo modo? O, dicho de otra forma, si quienes se resisten y rechazan el cierre de la fundición vivieran, en Quintero o Puchuncaví, y sus hijos fueran a la escuela allí, ¿Estarían en contra? Yo conozco la fundición Ventanas, hace muchos años atrás, la visité varias veces por motivos laborales. Conocí y fui amigo de grandes dirigentes sindicales, algunos de ellos también dirigentes políticos, personas con conciencia social, con responsabilidad. Estoy cierto, que, si hoy estuvieran en la conducción, jamás promoverían acciones que fueran en contra de su propio pueblo.
Ernesto Sepúlveda Tornero