La vida estudiantil y profesional de Catalina Ovando (33), ha sido inquieta. Entre el 2010 y 2015 se formó como profesora de Inglés en la Universidad de Magallanes (UMAG) y, mientras estaba finalizando, postuló a una Beca Chile para irse a las Islas Fiji en una pasantía de un semestre a la University of the South Pacific.
Ya egresada, la joven magallánica parte en 2019 a la Isla de Pascua, donde ejerce por poco menos de un año su profesión de educadora, experiencia que, además, le permitió vivir en una casa sustentable, con suministro de agua lluvia y viendo de cerca el problema que ocasiona, por ejemplo, la acumulación de plástico en el mar y en las playas.
Pero fue en 2020 cuando realmente se encendió su interés y convicción por los temas medioambientales. Esto, producto de que ingresó al Diplomado en Asuntos Antárticos de la UMAG, un programa formativo fuertemente inclinado hacia el cuidado y respeto por el medio ambiente antártico y el sustento de los ecosistemas en este territorio polar.
Así, decidió continuar dicha senda y, al año siguiente, conectada con la Universidad de Otago, en Nueva Zelanda, adquirió nuevos conocimientos en educación ambiental, presentando incluso una ponencia internacional enfocada en la escasez de agua de ambos países. En la actualidad, se encuentra cursando un Magíster en Estudios Internacionales en la Universidad de Chile.
En medio del complejo escenario de pandemia, el intenso bagaje que alcanzó Catalina en sus primeros años como profesora no cayó en tierra infértil; por el contrario, convergió en una sola gran oportunidad: la certificación para educadores de National Geographic que antes sólo era para ciudadanos/as estadounidenses y canadienses, se había ampliado a Latinoamérica y, por lo tanto, su acceso a uno de los cupos, se hizo de inmediato realidad.
Fue parte, de esta forma, del programa “COVID-19 Remote Learning Emergency Fund for Educators de National Geographic”, mediante el cual diseñó un proyecto educativo virtual en inglés centrado en el Cambio Climático y la importancia de transmitir a las nuevas generaciones la situación crítica por la que atraviesa el planeta y la humanidad. El formato consistió en un curso virtual de 16 sesiones de 2 horas cada una con el objetivo de desarrollar diferentes temas relacionados a cambio climático, potenciando, a su vez, las habilidades comunicativas de los estudiantes en el idioma.
La convocatoria se realizó a través de Instagram y estaba destinada a estudiantes hispanohablantes de enseñanza media. Se inscribió más de una veintena de estudiantes magallánicos, del resto de Chile (sobre todo del norte del país) y de al menos 10 países diferentes de América Latina, entre ellos, Guatemala, Venezuela, Colombia, Honduras y El Salvador. Durante 4 meses, aproximadamente, discutieron sobre crisis hídrica, deforestación, inundaciones, retroceso de glaciares, activismo medioambiental, contaminación de los océanos, y muchas otras aristas del cambio climático y sus consecuencias antrópicas alrededor del mundo. También hubo diferentes metodologías de enseñanza-aprendizaje como elaboración de videos, entrevistas, diseños de páginas webs informativas, podcasts, etc.
“Conocer las experiencias de vida de estudiantes de todo Latinoamérica, es decir, cómo enfrentan no sólo el cambio climático en sus regiones, sino que además los problemas sociales, políticos, económicos, y ver las ganas que tienen de superarse y su tremendo potencial intelectual a pesar del contexto adverso en el que algunos vivían, es inspirador”, comenta la docente haciendo alusión a la motivación de las y los estudiantes por el tema en cuestión.
Dada esa conciencia casi innata en las nuevas generaciones, cree que es urgente poner el debate y los conocimientos necesarios del problema en el sistema educativo en general. “Formar desde esta nueva perspectiva en la cual todo lo que creamos o emprendemos, tiene que ser sustentable o con un enfoque en la mitigación o adaptación, es clave. El tiempo que estamos viviendo es complejo y ya no nos queda tiempo para continuar con el extractivismo desmesurado iniciado desde la revolución industrial. Todo será mucho más simple de lo que ha sido para nosotros el tener que adaptarnos a un nuevo estilo de vida más amigable con el medio ambiente”, expresó.
El curso finalizó con un proyecto que los mismos estudiantes debían realizar en formato libre. Según contó Catalina, hubo jóvenes que decidieron escribirle al alcalde de su ciudad y, de hecho, uno de ellos, proveniente de Guatemala, logró concertar una reunión con la autoridad para plantearle ciertas problemáticas medioambientales de su territorio, lo que en, en su rol de educadora, fue motivo de orgullo y satisfacción, y que sólo pudo ser posible gracias a la experiencia online de estar conectada con una diversidad de personas del resto del mundo.
“Pensar que logré inspirar a algunos para continuar sus estudios universitarios en temáticas ambientales; a otros como a Gabriela, una joven magallánica a comenzar el movimiento “Fridays for future” mundialmente conocido por su líder Greta Thunberg, acá en Magallanes; a jóvenes como Jeremy de Guatemala quien concertó una cita con el alcalde de su ciudad para exponer los problemas ambientales de su comunidad y proponerle una solución a través de la educación; y jóvenes como Héctor de Honduras quien activa con gran coraje contra las multinacionales en su país, me da mucha alegría. El mejor aprendizaje que me dejaron fue la resiliencia”, reflexionó.
En paralelo, el proyecto de la docente magallánica cerró con la capacitación a profesores/as de la red de inglés de Magallanes y luego de la red de inglés de la región de Tarapacá, a quienes les compartió el paquete de planificaciones y recursos para que puedan aplicar estas estrategias y temáticas en el trabajo de aula.
Por último, recordó su trayectoria universitaria, valorándola desde el punto de vista de su crecimiento profesional. “La Universidad de Magallanes cumple un rol vital en los logros que he alcanzado. Los conocimientos adquiridos en Pedagogía en Inglés, son los que me han brindado diversas oportunidades y han abierto muchas puertas. Sin estos, no habría podido hacer todo lo que he hecho hasta ahora. Las profesoras Patricia Díaz, Estela Seguic y Ada Bachmann han sido quienes marcaron mis estudios de pregrado y siguen inspirándome para ser una mejor educadora”, concluyó.