El sistema económico neoliberal que tenemos en Chile, que fue implantado por la dictadura y continuado por la Concertación, consiste, en esencia, en que el Estado se inmiscuye lo menos posible. Eso significa que los ciudadanos deben arreglárselas solos, es una política algo así como cada uno para su santo.
Por eso fue que, cuando empezó la pandemia, el gobierno se hizo el leso con los problemas de la gente que se quedó sin trabajo, que por las cuarentenas no podía obtener ingresos. Algunos políticos dijeron que el Gobierno se demoraba en llegar con ayudas, pero no era que se demorara, sino que de acuerdo con el sistema liberal, el Estado debe intervenir lo menos posible y de alguna manera la gente se las arregla.
Y se las arregló. Fue con la idea de políticos de oposición que crearon los retiros de fondos de las Afp. Ya con el tercer retiro, el Gobierno creó bonos pymes, el ife universal y el ife laboral. Y cuando se empezó a hablar de un cuarto retiro, el Gobierno dijo que ya estaba ayudando.
En algo tiene razón el Gobierno: un cuarto retiro causará un gran problema económico. Subirá el costo de la vida, se disparará la inflación, subirán los intereses bancarios y la gente de menos recursos sufrirá una gran alza de productos de primera necesidad. Por eso, el Gobierno está pidiendo que no se haga daño a la economía, que no se apruebe el cuarto retiro.
¿Cuál es la paradoja? Que el gobierno neoliberal, el de la doctrina del que el Estado no intervenga, que cada uno se las arregle como pueda, le está pidiendo a la gente que no sea individualista, que piense en los demás y no saque sus platas.
¡Quién lo diría! Es algo así como el diablo vendiendo cruces.