Muchos años atrás rondaba en boca de los jóvenes una frase que daba cuenta del desinterés de ellos por casi todo lo que les rodeaba en aquel entonces: “no estoy ni ahí”. Eran los años ´90, rayando ya en el inicio del siglo 21, y esa falta de preocupación se hizo evidente -por ejemplo- en las pésimas cifras de participación que tuvo la juventud chilena, en las elecciones que se sucedieron en ese periodo (un mal que se arrastró a toda la población, en realidad).
Felizmente, la realidad hoy es muy distinta. A contar del estallido social, el pasado 18 de octubre, el país vio con asombro que, tal como en ocasiones anteriores, pero esta vez con más fuerza, miles de jóvenes eran quienes llevaban la bandera de lucha.
Es más, sin duda cabe reconocer que gran parte de los avances que se han logrado en Chile, tiene que ver con este nuevo impulso que poseen los jóvenes para hacer algo constructivo, para crear, para organizar, para ayudar, para soñar…
Como Fundación nos sentimos realmente orgullosos de la participación que tuvo el concurso “Historias que sanan”, instancia gracias a la cual centenares de niños y jóvenes de Chile y toda América Latina hablaron sus experiencias vinculadas al bullying, en medio de la pandemia. De esto resultó un hermoso libro homónimo con 14 escritos seleccionados, el cual puede ser descargado desde nuestro sitio web (Flich.org).
Igualmente, ahora mismo en enero, a pesar de la Covid-19 y de la llegada de las vacaciones, más de 1.000 fueron las inscripciones para un inédito proyecto que estamos llevando a cabo por estos días: el primer “Diplomado de Jóvenes: Liderazgo y Educación Emocional”. No puede dejar de emocionarnos la alta participación y el entusiasmo de quienes decidieron sumarse a estas clases.
Gracias a éstas, los participantes podrán adquirir herramientas socioemocionales que los ayuden a conducir de mejor forma sus vidas. A que puedan comprender, expresar y regular de forma eficiente cada uno de los estados y fenómenos emocionales que transitan en sus vidas. Lo anterior, con el objetivo que puedan liderar y tener condiciones para decidir: ¿Qué vamos a hacer? ¿A dónde vamos? y ¿Cómo nos vamos a desenvolver de una manera eficiente respecto a estos estados emocionales?
Como se ve, los jóvenes actualmente sí “están ahí”. Si, están ahí también para colaborar en la búsqueda de una sociedad mejor. El rol nuestro, ya como adultos, es brindarles los espacios necesarios de aprendizaje, de contención y de guías es un camino que se ha vuelto algo pedregoso debido a las implicancias de la actual pandemia, entre otros.
Nuestra idea, cabe aclararlo, no es tener jóvenes exitosos y felices. Queremos algo más que eso, pues la Educación Emocional que tanto fomentamos, no garantiza eso. Anhelamos que cada joven pueda tener la capacidad de tomar conciencia y contar con herramientas, habilidades y destrezas para entender la importancia de las emociones obstaculizadoras -como, la ira, la rabia y la tristeza- y las facilitadoras -como la alegría, el amor y la felicidad- en pos de que cada uno pueda ser un aporte vital para nuestro país. Viva la juventud.
Arnaldo Canales
Director ejecutivo, Fundación Liderazgo Chile (Flich.org)