El domingo 25 de octubre los chilenos y chilenas hablamos fuerte y claro. Chile tendrá nueva Constitución. Así lo expresaron los mas de siete millones quinientos mil compatriotas en las urnas. Un resultado de participación inédito en nuestro país. El Servel en su último reporte confirmó que la opción Apruebo ganó con el 78,27% a la opción Rechazo con un 21,73%, y respecto del órgano que redactará la nueva Constitución, la Convención Constitucional obtuvo un 78,99% por sobre y muy lejos de la opción Convención Constitucional Mixta que obtuvo un magro 21,01%. Así las cosas, ya es una realidad el inicio de la segunda “patita” de este proceso iniciado el año pasado con las multitudinarias manifestaciones a lo largo y ancho del país. Me refiero a la carrera por identificar a los candidatos y candidatas a la convención constitucional, que además como broche de oro, será la primera constitución en el mundo redactada de manera paritaria, es decir por hombres y mujeres en igualdad de condiciones. Por ello es muy importante a quienes vamos a elegir para este hermoso y desafiante trabajo. Lo hemos señalado en otras oportunidades, una Constitución Política debe unir, debe ser un espacio en el que podamos reunirnos todos aquellos que, siendo diferentes y pensando distinto, compartimos aspectos básicos para nuestro país, así como por ejemplo que para todas y todos los chilenos esta nueva constitución les garantice derechos fundamentales como la salud, educación, seguridad social y el derecho al agua, como elemento esencial de la vida. Suena de toda lógica verdad, pero hoy en esta constitución que nos regula desde 1980, no lo contiene. Así por ejemplo en su artículo 19 Nº 9 se establece que el Estado protege el libre e igualitario acceso a la salud y que cada persona tendrá el derecho a elegir el sistema de salud al que desee acogerse, sea éste estatal o privado. Yo me pregunto, ¿todos los chilenos, tenemos la posibilidad de elegir el sistema de salud donde tratar nuestras dolencias y enfermedades? De acuerdo al estudio “Los verdaderos sueldos de Chile”, de la Fundación Sol, el 70% de los trabajadores chilenos gana un sueldo inferior a $554.493, mientras que el 50,6 % percibe $380.000 o menos. Así las cosas, estos compatriotas, ¿“pueden” elegir el sistema deseado? O mejor dicho muchos de ellos esperan semanas y meses por una atención en el sistema público de salud, y los menos con recursos suficientes en sus bolsillos optan por el sistema privado, en clínicas de atención rápida y eficiente, ya que es allí donde las Isapres han generado riquezas vergonzosas. O acaso nos debemos acostumbrar cada año, cuando la Superintendencia de Salud informa acerca de las utilidades millonarias de las Isapres, que en el año 2018 ascendieron a 64.392 millones de pesos o los 18.198 millones de pesos ganado solamente en los tres primeros meses de este año. Y en contraparte los funcionarios de la salud pública y municipal deben exigir mediante movilizaciones, mayores recursos para atender a la población mas modesta que saturan los consultorios y hospitales públicos. Por eso, debe establecerse como derecho garantizado en la nueva constitución el acceso a una salud pública y de calidad y por cierto el fin del negocio de las Isapres, que lucra con el dolor de los mas vulnerables, que no acepta o acepta a regañadientes y con planes costosos a los viejos, a las personas con enfermedades pre existentes o a las mujeres en edad fértil, porque es una población de alto costo. Por esto y por muchos otros motivos la constitución debe cambiar y terminar con este sistema perverso. Una nueva Constitución evidentemente no va a solucionar todos nuestros problemas, ni la crisis social que arrastramos por décadas, pero si ofrece una gran oportunidad de terminar con la tremenda desigualdad social que exhibimos con vergüenza y darle una cancha pareja en oportunidades a nuestros hijos e hijas y a nuestras generaciones futuras.
Eugenia Mancilla Macías
Ex Intendenta Regional
Vanguardia Comunitaria