1.- Podría errarle en el mes y el año, pero de lo que tengo plena conciencia es de que la vi actuar y entre el tumulto de gente que la esperaba detrás del escenario móvil, logré recibir varias fotos autografiadas que ella arrojó a esa tan variopinta concurrencia.
Incluso puede no ser del todo correcta la información que tengo en la mente de lo que presencie esa noche, pero de que habían artistas conocidos no tengo ninguna duda.
Era el mes de junio del año 1966, cuando llegó a la población un espectáculo que se llamaba «Show 007» encabezado por Óscar Arriagada, quien había hecho famoso el «twist del esqueleto» y que recorría el país con los artistas más conocidos de esa época.
El asunto es que luego de que ella cantara, presentaron a un par de artistas más y se bajó el telón. Por la parte de atrás de lo que era el escenario habia una puertecita para la salida de los artistas, la que se abrió para mostrarnos la figura menuda de esa señora con poncho, vestido largo, pelo tomado y cara triste , que con guitarra en mano saludo a quienes ahí estábamos y arrojó algunas fotos con su figura y la letra de una canción en el reverso. Cogí varias de esas fotos que en los días siguientes repartí en el Liceo.
Yo, siendo un niño de la población, escuche cantar y estuve a solo algunos metros de la gran Violeta Parra. Inolvidable.
2.- Fue una de tantas convocatorias al Caupolicán, en la que participamos con los cabros de la base Fidel Castro. Corría el año 1972 y se daba una fuerte lucha con las posiciones de derecha y de centro, que promovían el desabastecimiento y la subversion. Luego de los discursos vino la parte musical y el artista invitado nos regaló sus mejores canciones.
En un momento de su actuación, nos dijo que había compuesto un tema que deseaba presentar ante quienes estábamos allí. Quería demostrarnos que no se requiere de mucho para crear, pues el hombre está preparado para ello en todo espacio y lugar.
Pidió una peineta y el pa
pel de celofán que cubre las cajetillas de cigarrillos. Una vez que las cosas llegaron a sus manos cubrió la peineta con el envoltorio de celofán, la llevó a sus labios y sopló, sacándole un hermoso sonido. Luego vinieron los acordes de guitarra y su voz.
Sonaba por primera vez en público la canción «El hombre es un creador», luego de ello Víctor Jara se despedía de un Caupolicán lleno hasta el techo, con su amplia e inolvidable sonrisa.
Yo tuve la fortuna de estar ahí y escucharlo.
3.- Violeta y Víctor estuvieron siempre junto al pueblo y aún lo están. Formando, entreteniendo, orientando, ayudando a encontrar caminos y seguirlos.