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CARTA CARMEN FREI RUÍZ-TAGLE

Queridos y Queridas Camaradas:

Esta reflexión la comparto con ustedes un 11 de septiembre. Una fecha triste, pero que no podemos olvidar. El 11 de septiembre de 1973 se quebró la democracia, inaugurándose una larga y oscura noche. La dictadura militar gobernó 17 años nuestro país. La libertad fue reemplazada por el amedrentamiento, el temor y el terror. La participación fue sustituida por la opresión. Y la deliberación democrática fue acallada por la fuerza de los fusiles y la concomitancia cómplice de una elite de civiles proclive a la dictadura.

Hoy la historia nos vuelve a poner en otra coyuntura fundamental. Escribo estas líneas en uno de los momentos más duros que le ha tocado vivir a nuestro país en la historia reciente. Son momentos de dolor para muchos compatriotas. El estallido social dejó al descubierto la inmensa desigualdad, y luego la crisis sanitaria, ha dejado a la vista un país de luces, pero también de sombras. Y, todo lo anterior, bajo una profunda crisis de confianza y de representatividad política.

Sin embargo, pienso que quienes hemos abrazado esta noble actividad como una manera de servir a los demás, tenemos el deber de hacernos cargo de esta realidad. Es una tarea compleja, pero necesaria y desafiante. Chile no puede seguir siendo un país tan desigual.

Precisamente el plebiscito del 25 de octubre nos ofrece la posibilidad de aprobar una nueva Constitución que nos abra el camino hacia una sociedad más equitativa, hacia una nueva Revolución en Libertad, contemporánea, donde consigamos un Estado más presente y robusto y, también, una mejor democracia. Donde la economía y sus intereses estén supeditados al bien común. Donde el bienestar de las personas y las comunidades no dependan del origen familiar, sino que sea fruto de un acuerdo compartido por toda la

sociedad en su conjunto. Se trata de una justicia que comience y termine en la dignidad de las personas.

Por esta razón, y con este recuerdo triste de nuestra historia, es que hoy les planteo con fuerza que tenemos el imperativo de estar juntos. De convocarnos, de reunirnos, de respetarnos y, por qué no decirlo, de querernos. Debemos volver a ser una verdadera comunidad política. Chile requiere liderazgos generosos. Necesitamos volver a esa política que privilegia las ideas, el trabajo compartido y de colaboración. En la tarea de construir esa nueva sociedad que demandan los chilenos y chilenas, ya no caben opiniones o proyectos individuales. Hoy más que nunca, está en juego el sueño del Chile republicano que ha costado tanto construir.

Camaradas, bajo este tiempo y realidad, los invito a la unidad. Pero no a una unidad vacía. Es a una unidad con un profundo sentido humanista. A esa unidad que nos enseñaron los fundadores de la Falange Nacional y la Democracia Cristiana, donde todo se supeditaba al interés superior de Chile.

Es el trabajo unitario y desinteresado el que nos permitirá volver a recuperar la confianza de nuestros compatriotas y también de los otros actores sociales que coincidan con nosotros en estos mismos sueños que hoy les expongo. Con esta mirada y vocación unitaria, desde nuestra identidad, tendremos la oportunidad de volver a entendernos con otras corrientes de pensamiento para volver a ofrecer un proyecto compartido de futuro. La política no es sólo confrontación, también es cooperación y este es uno de aquellos momentos que exige una verdadera actitud de unidad.

Los chilenos y chilenas no pueden seguir esperando. No hay espacios para protagonismos superfluos ni para agendas de poder estrechas. Muy por el contrario, es la hora de la grandeza que nace desde el corazón y que guía la acción política. La Democracia Cristiana ha sido relevante porque en los momentos claves de la historia republicana ha

sabido ponerse del lado de los más débiles y los más pobres. Este es un momento de aquellos.

La urgencia y prioridad que tenemos hoy es el plebiscito. Por ello, invito a mis camaradas a postergar legitimas pretensiones y acciones que no vayan en esa línea, invito a mis camaradas a ser generosos en momentos cruciales para Chile, invito a mis camaradas en los días que quedan para el 25 de octubre, a ponerse a disposición de una causa que es el anhelo de muchos compatriotas que ven aquí una luz de esperanza para poder construir un mejor país.

Con afecto,

Carmen Frei Ruíz-Tagle