El derrotero histórico de Chile está marcado por eventos políticos que se desarrollan en situaciones de alta polarización, crisis y cuestionamiento delas instituciones. Si solo recordamos lo que aconteció con los periodos previos a las discusiones constituyentes, todos ellos se han dado en medio de situaciones de inestabilidad, posiciones irreconciliables, visiones radicalmente opuestas sobre cómo se construye el andamiaje de la casa común, solo por señalar algunos podemos citar los procesos constituyentes de 1833 y 1925, para referirnos a épocas pasadas y que decir de la constitución del 80.
Todos ellos elaborados en acotados marcos de representación popular, los del 33 y 25 a través de la conformación de comisiones encargadas de su redacción para posteriormente ser votadas por el Congreso, en ambas con fuertes presiones de los grupos políticos dominantes y de los militares.
En el caso de la Constitución del 80 su elaboración y ratificación, se da en el marco de la Dictadura más brutal que se tenga memoria en la historia de nuestro país, es elaborada por la Comisión Ortúzar, pero sin lugar a dudas, su redactor principal fue el ideólogo del régimen Jaime Gúzman.
Chile bajo estado de sitio permanente desde 1973, la DINA y la CNI ejecutaron desde el golpe un proceso sistemático de violaciones a los derechos humanos, se asesinan y hacen desaparecer chilenos y chilenas, se detienen y torturan ciudadanos a diario, los partidos políticos y organizaciones gremiales estaban impedidas de funcionar, no existía libertad de expresión , los medios de comunicación no oficiales estaban limitados en su accionar y sufrían a diario censuras y clausuras, fueron miles los compatriotas en el exilio, etc.
En este contexto, Pinochet convoca a un proceso ratificatorio de la Constitución redactada, el Plebiscito del año 80, que se realizó sin registros electorales y con imposibilidad absoluta de que la opción rechazo pudiera explicitar pública o comunicacionalmente dicha opción. La oposición obligada a actuar desde la clandestinidad tuvo poco espacio para articular una respuesta contundente, sin embargo, el Presidente Eduardo Frei Montalva convoca a un acto opositor que se desarrolló en el mítico Estadio Caupolicán, para rechazar el acto plebiscitario, fue el primer acto opositor público desde el golpe de estado.
En ese espacio y en sus inmediaciones miles de ciudadanas y ciudadanos desafían la violencia y represión del régimen para expresar su rechazo a la Constitución pero sobre todo al régimen de Pinochet, creo que desde ese momento se comienzan a articular con más fuerza y presencia pública los movimientos sociales y políticos unitarios que darían vida a las protestas sociales y más tarde a la caída del Dictador.
Dicho mensaje unitario que nos remonta 40 años en nuestra historia, cobra especial sentido hoy, cuando nos encontramos a poco menos de 2 meses del Plebiscito del 25 de octubre, que es fruto de la movilización de millones de chilenas y chilenos que a partir del 18 de octubre de 2019 repletaron las calles, plazas, poblaciones de todo Chile exigiendo la construcción de un país más justo, obligando a las elites políticas a firmar el acuerdo de noviembre del mismo año con la finalidad de dar curso al proceso constituyente. Llegar a este momento, nuevamente a significado la pérdida de vidas humanas, la mutilación ocular de cientos de mujeres y hombres, por la brutal represión ejercida por las fuerzas policiales con la venia y justificación del gobierno que al igual que en el pasado declaro la guerra a sus opositores.
Qué duda cabe que el Apruebo ganara por una amplia mayoría, no será por el rol irrelevante y fraccionado del actuar opositor, sino por la conciencia y fuerza generada y movilizada por cientos de colectivos ciudadanos que anhelan la construcción de una constitución que reconozca y asegure derechos sociales.
Solo el accionar de 4 valerosas lideresas Carmen Frei, Carmen Hertz, Beatriz Sánchez y Maya Fernández que han convocado a la unidad opositora para enfrentar el plebiscito, han sido el contrapeso a las directivas partidarias que en su mezquindad siguen presas del cálculo pequeño y del exceso de protagonismo tratando de llevar agua a su propio molino.
Peligroso camino si consideramos que más allá de 25O, lo que está en juego en este momento es la elección de los constituyentes para el cual se requiere obtener una mayoría de dos tercios si es que efectivamente queremos tener una constitución que recoja el nuevo país que la ciudadanía exige. Esta lectura política y estratégica efectivamente la derecha ya la hizo y la irrupción de Longueira va en esa línea, lograr desdibujar el triunfo del Apruebo en el plebiscito, para concentrarse en la unidad de la derecha en la constituyente para de esa forma configurar un texto constitucional me atrevo a decir incluso más conservador y autoritario que el actual.
En este escenario, llamamos a un esfuerzo unitario que ponga como norte el bien común de Chile, que las fuerzas políticas en diálogo con las fuerzas sociales se pongan de acuerdo, dejando de lado sus intereses particulares y electorales, privilegiando la construcción de una o dos listas de constituyentes con la finalidad de obtener un triunfo electoral que nos reconcilie con las chilenas y chilenos que requieren recobrar su confianza en los liderazgos de centro izquierda. Lo contrario, no solo implica una peligrosa regresión conservadora sino que asegura mayores niveles de deslegitimación de las instituciones y de nuestra propia democracia.
Nuestro Apruebo el 25O, es con la mente puesta en la exigencia y la responsabilidad que tenemos como parte de las fuerzas de centroizquierda, para configurar los espacios de Unidad que permitan una Convención Constituyente que permita escribir los cambios que las ciudadanas y los ciudadanos nos demandan.
Eliecer Bahamondez Mansilla
Colectivo Vanguardia Comunitaria