Esta expresión, usada con frecuencia en el mundo político, alude a bajar la temperatura, la fiebre, cuando se quiere apaciguar algo. Y creo que viene al caso, en el debate sobre el retiro de un 10% de los ahorros previsionales. El origen de la discusión, fue la ausencia de apoyos efectivos a la famélica clase media chilena. Un tardío anuncio presidencial, que se creará un “préstamo estatal”, no fue suficiente para impedir la aprobación del proyecto del 10%. Los diputados dirían después, que ni siquiera existe proyecto del gobierno, y que de créditos la clase media está, hasta[e1] más arriba del cuello. La entrega de soluciones parciales, con montos diminutos, ha sido la tónica del Ministerio de Hacienda, desde tiempos inmemoriales. Hacerlo en medio de la pandemia, pareciera no ser lo adecuado, y consumirá el apoyo del que gozaba el actual ministro. Hasta ahí pareciera ser la repetición del guion de la tramitación parlamentaria del Ingreso Familiar de Emergencia. Lo que vino a incendiar una pradera, que ya estaba suficientemente seca, fue que un sector de la derecha, azuzará una defensa sin cuartel de las AFP. Las descalificaciones, apelativos injuriosos de lado y lado, no se hicieron esperar. Y hoy, las redes sociales, y los medios de prensa tradicionales, están plagadas de artículos y notas de prensa, que infunden temor, o incitan al odio.
Hay que poner paños fríos. La solución para la clase media, y para todos los sectores económicos y sociales de Chile, es poder contar con recursos para paliar la crisis. Si estos provienen del empleo, para aquellos afortunados que aun lo tienen, o proviene del IFE 1.0, 2,0 o similar. O proviene de un préstamo sin interés, puede provocar diferencias de opinión, pero, a fin de cuentas, son fórmulas conocidas, y archiaplicadas. Lo que ha producido el revuelo actual, es que, desde la existencia de las AFP, creadas en 1981, nunca se contempló la posibilidad de efectuar estos retiros. Y claro, tampoco hubo ocasión de discutir el contenido del DL 3.500, porque estábamos en dictadura. Hay que decirlo, tampoco se introdujo esa finalidad para los fondos previsionales, en los sucesivos cambios introducidos durante los gobiernos de la concertación. Entonces, nos encontramos de sopetón, en la discusión de un tema de fondo. La concepción que tiene el Chile de hoy, sobre su sistema de pensiones, cuando lo que se busca es una solución rápida, de ayuda a la clase media empobrecida.
Esta discusión de fondo, debe tener lugar en torno a la tramitación el proyecto de reforma al sistema de pensiones. Está en trámite, fue uno de las materias exigidas en el estallido social. Que quiero decir con esto. La solución para la clase media, es acuciante, requiere respuesta hoy día. El gobierno actuó con lentitud excesiva y debe corregir. Un beneficio que consista en una transferencia expedita de recursos. Un monto a definir razonable, que implique un apoyo real. Los parlamentarios de oposición y de derecha, le advirtieron al gobierno. Los votos para aprobar el retiro de fondos de las AFP, prácticamente están asegurados. También se ha dicho en distintos tonos, se sabe que no es la solución ideal. Nuestros fondos previsionales son escuálidos, y esto no los mejorará. La discusión sobre un verdadero sistema de seguridad social, es ineludible. Ya se está discutiendo en sede del congreso, y también en los espacios virtuales. Luego se debatirá en calles y oficinas. Y así debe ser, no se puede impedir ese debate. Y en Chile no existen temas tabúes, o sectores inamovibles. Pero aún esa discusión, debe canalizarse y expresarse en forma pacífica y respetuosa. Tenemos el deber moral, de resolver nuestras diferencias de este modo. Pequeños sectores políticos radicalizados, de lado y lado, tienen una verdadera pulsión por el enfrentamiento. Y así lo expresan con epítetos injuriosos, afirmaciones falaces, tratando de provocar rechazo. Ese no es el camino para Chile. Debemos tomarnos el tiempo, que nosotros requerimos para discutir la sociedad futura que queremos, en paz, en transparencia. Respetando al adversario como persona, y tratando a todos por igual. Degradar el debate público, no sirve a la democracia, no sirve a los trabajadores, no sirve al capital, ni a institución alguna.
Poner paños fríos. Para encontrar la solución mas adecuada al clamor de la clase media, y para retomar la construcción del hogar, de la familia, de la sociedad que queremos.
Ernesto Sepúlveda Tornero