Desde luego, responder esa pregunta excede a las posibilidades de quien escribe. De hecho, es fuente de incesantes devaneos en la academia, en la industria, y en los corrillos políticos. Por tanto, delimitemos, acotemos, y restrinjamos, el tema en cuestión. Nos referiremos al estudio de opinión que presentó la gerenta comercial de la consultora GFK, Carolina Cuneo, en el ciclo de ICARE “Tras las huellas del consumidor”. Por tanto, nos referiremos a lo que quieren, lo que queremos los chilenos, comunes y silvestres. Es nuestra faceta de consumidores, una dimensión en la cual, todos nos encontramos, sea en la feria, en el almacén, el mall, o en el espacio virtual, cuando hacemos e-commerce.
Me interesa abordar este estudio de opinión, porque nos da indicios, de lo que está pasando en los hogares chilenos. Lo primero que salta a la vista, es que como resulta obvio, la pandemia Covid19, ha impactado muy fuerte en el plano emocional. En cuanto al motivo de preocupación principal de los consultados, un 47% manifestó que es por la pandemia. Un 44% dijo que era por la recesión y el desempleo. Y un 37% expresó que su preocupación era por la desigualdad económica.
En cuanto a los estados emocionales. Un 35% se siente angustiado, un 33% se siente inseguro, otros entre un 7% y un 25%, se sienten enfadados, confundidos, tristes o nerviosos. Solamente un 4% se siente totalmente tranquilo, y un 26% relativamente tranquilo.
En cuanto, a la importancia del momento que estamos viviendo, como ciudadanos de la aldea global. Un 97% cree que esta crisis, va a cambiar su vida cotidiana de aquí en adelante. Sólo un 3% manifiesta que no le va a afectar.
En relación con la situación económica. Un 21% está seguro, y un 27% cree probable, que le reducirán el salario. Un 20% está seguro y un 21% cree probable, que será despedido. Ratificando, que incluso en los momentos más álgidos, surge una luz de esperanza. Un 12% está seguro, y un 34% cree probable que salgamos fortalecidos, y que habrá más solidaridad.
En cuanto, a lo que hemos comprado durante este período de pandemia, lo que hemos echado al carrito, al canasto, o al carrito virtual. Los consumidores, han aumentado en un 104,7% sus compras online, y las compras presenciales han disminuido un 45%.
Las categorías de productos que más crecen en sus ventas, son las impresoras multifuncionales con un 345,4% de aumento. Notebooks con 316,3% de aumento. Procesadoras de alimentos, un 245,2%. En tanto, entre las categorías que decrecen. Equipos de sonido, -74%. Lavadoras, una caída de -61%. Celulares, una caída de -58%.
En cuanto a los hábitos de compra, si bien se ha producido un notable incremento en el e-commerce, sigue siendo mayoritaria la preferencia por la compra presencial. Entre un 30% al 54%, declaran que no han comprado online, ni lo harán en el futuro.
Viendo la experiencia de Alemania, con la reapertura. Se aprecia que si bien en ese país, el e-commerce está muy difundido, al momento de abrir el comercio, las personas se volcaron masivamente a las tiendas. Esto comprobaría, lo que ya se ha apreciado en Chile, en otros ámbitos. Las personas prefieren la experiencia “Omnicanal”, es decir, tener la opción de comprar online, o de ir a la tienda física, supermercado o almacén. En cuanto al monto que las personas pueden y están dispuestas a gastar, después de la pandemia. Un 29% dice que definitivamente va a reducir sus gastos, y tratar de ahorrar dinero. Un 44% dice que esto probablemente sucederá. Sólo un 7% está decidido a no ahorrar dinero, ni a reducir gastos. Una pauta de cómo se ha ido ajustando el consumo a la nueva realidad, lo da la disminución en la venta de productos como bebidas alcohólicas 28%, productos de belleza -40%, y otros como pasteles, pizza y chocolates que reducen su consumo en un 30%. Otro dato que grafica como han cambiado los hábitos de consumo, aumenta en 21% el consumo en servicios de telefonía, e internet, TV cable y servicios de streaming como Netflix y Amazon Prime.
La reducción en el gasto de las familias, impacta directamente en las ventas. La escasez de ingresos, sea por la suspensión de contratos o por los despidos, daña la médula del sistema económico. Es urgente, tomar acciones para salvar a las personas y sus familias.
La fragilidad emocional en que se encuentran las personas, las familias chilenas, va mas allá del temor a enfermarse. Existe temor por la pérdida del empleo, o bajas de salario, que impidan llevar el sustento al hogar. Como hemos sostenido en anteriores columnas, el apoyo a las familias, a las personas en condición de informalidad laboral, y a las pymes, han sido insuficientes hasta ahora. Falta mayor audacia, dejar de lado las anteojeras ideológicas. No es sostenible, ofrecer bonos de 65 mil pesos, al mismo tiempo que se negocia el salvataje multimillonario a una línea aérea. Para la recuperación de nuestra economía, es clave la confianza de los consumidores, los ciudadanos de a pie. Si esa confianza se pierde, ningún plan de apoyo fiscal tardío, va a evitar la debacle.
Ernesto Sepúlveda Tornero